Decía en un poema hace tiempo, que había visto pasar la vida a través de dos pantallas, la del parabrisas del coche y la del ordenador, y es que lo vemos todo a través de pantallas, sea dichas, o las de la televisión o cada vez más el móvil. Por eso es tan importante mirar, distraerse, cuando miramos no sólo contemplamos, también percibimos, olemos, escuchamos, nos emocionan, y todas estas funciones, estas emociones y percepciones, la tecnología nunca podrá alcanzar ni sustituir, por más sofisticada que sea. Mirar, distraerse, es la menos virtual de las realidades, como si todos estos inventos fueran un intento de evitarla, de evadirnos de la realidad que nos ha tocado vivir, sobre todo con la sobresaturación de los últimos tiempos de este ambiente enrarecido y enfermizo, alejándose no s falsamente de ella, en vez de afrontarla, vivirla, compartirla con los demás, tal como dice Cornadó he perdido la esperanza de que todo esto cambie.

Francesc Cornadó dice que marcha: "Marcho. Me voy enrabiado y descontento a otra costa, mirando al mar de gregal. Desconecto una temporada larga. No tengo ninguna esperanza de que esto cambie, para ello tendrían que cambiar los actores, los autores y las escuelas". 

Necesito respirar, y por encima de todo evadirme, es una buena manera de alejarse de los disturbios de los últimos tiempos, pues todo empieza a resultar insoportable. Hoy más que nunca hay que recordar el poema de Jaime Gil de Biedma, y aplicárselo sería lo más adecuado en estos tiempos tan revueltos


DE VITA BEATA

En un viejo país ineficiente, 
algo así como España entre dos guerras 
civiles, en un pueblo junto al mar, 
poseer una casa y poca hacienda 
y memoria ninguna. No leer, 
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, 
y vivir como un noble arruinado 

entre las ruinas de mi inteligencia.

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