Acaba de concluir la cumbre del G7, que reúne a los dirigentes políticos de algunos de los países más poderosos del planeta, que junto a representantes de otras instituciones y algunos invitados, entre los que figuraba Pedro Sánchez, que se han encontrado en Biarritz en estos días. El eslogan de la agenda económica es “Trabajando por un capitalismo más justo”. Puede parecer un sarcasmo, pero cuando ya es habitual utilizar la propaganda sin escrúpulos, nada sorprende, todo vale, incluso las mentiras más obscenas.
Ellos, que dicen querer buscar en estos encuentros soluciones a la injusticia social, pertenecen a una elite que se ha enriquecido sin el menor escrúpulo con la misma; que no sólo ha hecho caja con la crisis, sino que antes del crack financiero formaba parte de un entramado oligárquico que ha concentrado una parte creciente de la renta, la riqueza y el poder.
Las políticas que llevan a cabo estos “campeones de la equidad” en sus respectivos países, y que trasladan a las instituciones internacionales donde,  apuntan justamente en la dirección de una injusticia social creciente, sistémica.
De hecho, el resumen del resultado de esta cumbre, podría ser la foto en la que se ve sonrientes a los dos cuñaos Johnson y Trump. Con estos compañeros de viaje, apañados estamos.