La cúpula de los Mossos afirma que no se siente respaldada por quien debería ser su comandante en jefe, el president de la Generalitat. Esos mismos jefes policiales catalanes creen que cambiar el conseller Miquel Buch sería “un desastre.” Le reconocen a Buch estar a su lado, respetar su trabajo y dar la cara por ellos en momentos tan difíciles. Algo que no ha hecho el inquilino de la Generalitat.
Quim Torra se ha convertido en un personaje pirandelliano en busca de autor. Le gustaría escribir la historia, por más que no tenga buena letra. La ocurrencia de querer repetir un nuevo referéndum en esta legislatura o sus declaraciones en TV3 en las que insistía que ocupaba su puesto para implantar la república, resultan una ensoñación o una tomadura de pelo. El miércoles se marchó deprisa y corriendo de una reunión de coordinación en el Palau porque tenía que incorporarse a la marcha sobre Barcelona. El activista le ganó de nuevo la mano al gobernante.
Para Torra, la gobernanza del país es más un engorro que una obligación. Barcelona arde por los cuatro costados y, finalmente, cuando habla como president, sólo se le ocurre pedir una reunión con Pedro Sánchez, criticar a la Policia Nacional y soltar la bravuconada de que llegará tan lejos como quiera el pueblo de Catalunya. Pues bien, antes de llamar al presidente del Gobierno debería explicarle a los catalanes qué pretende en esta hora, sobre les actuaciones policiales tendría que ser cauteloso cuando un agente se debate entre la vida y la muerte y a cerca del pueblo de Catalunya no puede olvidar que es más plural que su familia. Se espera de un president de la Generalitat que advierta a sus ciudadanos que no hay violencia aceptable, resaltar la gravedad de los hechos que se están viviendo y hacer una llamada a la calma al independentismo responsable.
Torra no ha acabado de creerse nunca el cargo que ostenta. Tras una semana de kale borroka en Barcelona, con destrozos millonarios y graves daños materiales y físicos en el corazón de la ciudad, un político responsable no puede mirar a otro lado. Una parte importante de los catalanes nos sentimos huérfanos de gobernanza, de pragmatismo político y de sensatez intelectual. A lo mejor, president, tanto buscar el momentum de la historia y le ha llegado el suyo. El de irse a casa. - Marius Carol - lavanguardia.com
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