VON DER LEYEN Y LOS NACIONALISMOS
Cuando habla de Europa, Von der Leyen habla de 'Heimat', una palabra complicada, sin traducción precisa. Un concepto alemán que apunta a 'patria' o a 'casa', pero es muchísimo más que ambas. Un estado de pertenencia. Europa como hogar, como un "continente dedicado a la dignidad del ser humano, que respeta y cumple el Estado de derecho, que tiene la experiencia más profunda de lo que significa la libertad. En otras partes el mercado es la fuerza dominante, o el gobierno es la fuerza dominante. El mundo necesita el estilo europeo, con las personas en el centro", sostiene.
Para lograrlo en un entorno hostil y lleno de amenazas, Von der Leyen tiene tres grandes prioridades y lleva meses reiterándolas: un Pacto Verde Europeo, centrado en cambio climático y medio ambiente; la apuesta absoluta por la digitalización; y una Europa más fuerte en el mundo. Lo dice una y otra vez durante la entrevista porque entiende que la única forma de cambiar las narrativas derrotistas y de cortarle el combustible al populismo es cumplir, mostrar resultados y ser efectivos en las acciones más que en las palabras.
Por eso prefiere no hablar de política y centrarse en políticas. Por eso esquiva a toda costa mojarse en casi todo, salvo, quizás, en un tema: "El nacionalismo es algo que, en última instancia, tiene la intención de dividir y destruir la UE. Los proeuropeos tenemos que unificar y reconciliar una agenda. Los nacionalistas se definen a menudo por los enemigos que tienen; nosotros, los proeuropeos, tenemos amigos, de Praga a Atenas, de Gotemburgo a Lisboa". Y Von der Leyen dice esta obscenidad sin ruborizarse.
Una de sus variantes, la del independentismo catalán, ha hecho ruido esta semana, en vísperas de la entrevista y del voto en la Eurocámara a la Comisión Europea. Cuarenta eurodiputados de diferentes formaciones han remitido una carta a la alemana pidiendo que se involucre, que medie entre la Generalitat y Moncloa o que aliente una mediación exterior. Von der Leyen asegura no estar al corriente de la misiva, y deja claro que no tiene ninguna intención de hacerlo. Su posición es y será la misma que la Comisión Juncker: se trata de una cuestión interna de España, que es un Estado de Derecho y, por tanto, sus leyes deben ser respetadas. La Comisión sólo habla con los Estados miembros, son el único interlocutor válido y desde su equipo no ven razón alguna para un cambio de rumbo o de lenguaje.
Cuanta razón tiene Von der Leyen cuando dice que los nacionalismos dividen y destruyen Europa, sólo que los árboles no le dejan ver el bosque, porqué entiendo que no se refiere al nacionalismo Alemán, Francés, Español, Italiano, Polaco, Holandes, Belga, etc, que són el obstáculo auténtico para crear unos Estados Unidos de Europa sólidos, no como ahora que són sólo una fràgil unión económica más cercana a su inicio en la Comunidad del Carbón y del acero, que a lo que se pretendía que fuera, y no lo es precisamente por culpa de estos nacionalismos trasnochados. Si ni tan siquiera han sido capaces de tener una única selección europea de fútbol o baloncesto, ni de encontrar solución a los problemas que les han creado los migrantes africanos, migrantes resultado de su explotación anterior en su propio territorio al que han expoliado impunemente durante años. La única diferencia es que estos nacionalismos europeos son fuertes y el catalán es débil. El resto, poesia distópica.
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