Estamos en Noviembre del año 2019. Este es el mes en el que se ambienta Blade runner, y de momento estéticamente, el mundo no se parece mucho a la película de Ridley Scott, una película que ha envejecido muy bien. No asñi Farenheit 451 de Truffaut, muy castigada por el paso del tiempo.
Los textos de Philip K. Dick y Ray Bradbury en los que se basan estas películas, así como otros clásicos de la ciencia ficción, aciertan sólo en lo fundamental: la pérdida de confianza deriva en sociedades de control. La excusa es la confusión. Pero en el año 2019 aún no hay que diferenciar a humanos de replicantes, aunque si se denuncia a inmigrantes; ni hay que delatar al vecino lector, porque los libros son peligrosos, quizás porqué el vecino ya no lee como anticipó Huxley.
François Truffaut estrenó en 1966 Fahrenheit 451, los teléfonos tenian cable, no había móviles, y mientras siempre habíamos creído que con el nuevo milenio los coches volarían, jamás se nos ocurrió que los adultos irían en patinete eléctrico por nuestras calles.
Huxley atinó mucho más al visualizar el futuro, incluso Orwell que Dick o Bradbury. A pesar de lo que muchos creen 1984 y el Mundo feliz, poco tienen que ver aparte de ser dos novelas futuristas. Orwell cree que seremos dominados por una presión externa, en cambio Huxley lo simplifica, quizá da por hecho el gran hermano, pero él cree que los ciudadanos se dejarán dominar víctimas de la propia comodidad y la tecnología.
Orwell temía que acabasen prohibiendo los libros, como lo pronosticaba también Bradbury. Huxley en cambio intuía que no habría motivos para prohibir los libros, simplemente porque no habría casi nadie que los quisiera leer.
Tenía razón Orwell cuando decía que la verdad nos sería escondida como el trabajo que su protagonista desarrollaba en la novela (el ministerio de la verdad), pero Huxley que ya daba por hecho esto, entendía que la verdad realmente se ahogaría en una avalancha de información imposible de digerir para los ciudadanos.
Orwell temía que nos destruyera todo lo que odiábamos y en cambio Huxley creía que lo que nos destruiría era precisamente lo que queríamos. Huxley previó también la clonación, los grandes parques temáticos, los geriátricos y la estupidización y banalización de toda una sociedad que Orwell se negaba a admitir y pretendía salvar dando la culpa al enemigo exterior. Y es precisamente todo lo que amamos lo que nos acabará destruyendo, sin necesidad de ningún enemigo exterior. Nosotros somos nuestro propio y más terrible enemigo.
Visto el paso del tiempo, ya en el año de 2019 parece evidente que Aldous Huxley tenía mucha más razón que Orwell, y una cínica y acertada visión del futuro que ya es nuestro presente que él afortunadamente se ahorró de vivir. Ya no somos ciudadanos, sinó vasallos a los que el Estado ni respeta ni tiene en cuenta para nada. Hemos llegado a Noviembre de 2019 sin Roy Batty, lo más parfecido que tenemos són los espías rusos i Gareth Bale.
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