El coltán y el cobalto tienen mucho en común. Ambos son relativamente escasos, indispensables en la fabricación de muchos de los dispositivos electrónicos que utilizamos habitualmente, y se extraen en condiciones muy discutibles. Sin embargo, el cobalto ha llamado menos la atención a los medios de comunicación que el coltán. Al menos, hasta ahora. Aunque las dos industrias se caracterizan por la misma opacidad. Y la misma inestabilidad.
Los familiares de menores que han muerto o han quedado gravemente heridos mientras trabajaban en minas de cobalto en la República Democrática de Congo han interpuesto una demanda contra las compañías tecnológicas más importantes del mundo. En esta acción legal, que si prospera crearía un precedente histórico, alegan que el cobalto que se extrae en estas minas sirve para alimentar teléfonos móviles, ordenadores portátiles y coches eléctricos fabricados por los gigantes tecnológicos.
Del Coltán y como se consigue en las minas explotando a menores ya he hablado en alguna ocasión, añadamos ahora el Cobalto, sin olvidar el Litio que solo se encuentra -casualmente- en Bolivia. Tres elementos éstos, imprescindibles para que podamos tener nuestros teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos.
A menudo hay alguna campaña de boicot a marcas de ropa o calzado, para que se dice - y es cierto - que se fabrican en países del tercer mundo en condiciones inhumanas para niños o adolescentes, en unos lugares que harían buenas las maquilas mexicanas, o en barcos en alta mar en aguas internacionales, en jornadas de 18 horas a cambio de un plato de arroz y poco más. Son campañas organizadas por ecologistas de fin de semana o pijoecologistas puntuales, que no tienen efecto real ni solucionan los problemas los menores y adolescentes explotados.
Pero no he visto ninguna campaña contra el uso del móvil por los mismos o peores motivos, Con el móvil pasa como con el intento fallido de boicot al partido de ayer del Tsunami democrático, y es que con las cosas de comer no se juega, y el móvil junto con el fútbol, ​​es lo más importante de todas las cosas que no tienen importancia.
Esta inacción hacia el uso del móvil es una muestra de que todo este tema de la emergencia climática y la explotación de menores en países del tercer mundo, preocupa sólo de vez en cuando a los dirigentes de los países del primer mundo y sus ciudadanos, y preocupa en cumbres de poca monta que no concluyen nada en concreto. El día en que la gente dejé de usar el móvil como protesta por estas arbitrariedades, empezaré a creer en la buena voluntad y ganas de solucionar este grave problema de explotación de niños, al fin y al cabo sólo hace 25 o 30 años que lo usamos, pero la gente está enganchada a ellos como a una droga dura. Nomofobia és el nombre que se le da, en una época en la que en vez de intentar curar las adicciones, se les pone nombre. Y lo que no saben, es que sin móvil también hay paraíso, però, ¿y sin tabletas y ordenadores?.
¿Estaríamos dispuestos a pagar más por estos dispositivos a cambio de una mejora en las condiciones en que se extraen estos minerales?, ¿Sería posible que fuera así?, me temo que la respuesta es NO y NO.