En una ocasión, le pidieron a Alfred Hitchcock que definiera lo que era el suspense, y dijo: “Imagínense a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Eso es el suspense”. A la última votación del pleno de investidura de Pedro Sánchez se llegó con casi tanta tensión como incertidumbre, así que no es de extrañar que los diarios usaran la palabra suspense para definir el clima con que se abordó la sesión de ayer en el Congreso. Sólo un escaño separaba a los partidarios de Sánchez de sus adversarios, mientras que la derecha animaba a los “socialistas valientes” a no seguir a su líder. Inés Arrimadas es la que más se esforzó en buscarlos. Es lo que se ha venido a llamar un tamayazo en triste honor del socialista Eduardo Tamayo, quien junto con Teresa Sáez no asistió al pleno que debía investir a un presidente de izquierdas para la Comunidad de Madrid en el 2003. No fue una razón de conciencia, ni siquiera de inconsciencia. Fue el resultado de algo más mercantil que ideológico.
El PSOE y UP trabajaron a fondo para que no hubiera interferencias. Todos los diputados durmieron el día antes en Madrid para evitar cualquier contingencia. E incluso el parlamentario de Teruel Existe, que había anunciado su voto favorable a Sánchez, tuvo medidas de protección del Ministerio del Interior, ante las amenazas sufridas. Por su parte, la diputada Aina Vidal (En Comú Podem), que está siendo tratada de un cáncer agresivo y no pudo asistir a la sesión del domingo, hizo un esfuerzo para desplazarse a Madrid, a pesar de su debilidad.
Al final, el hombre sentado en su escaño favorito consiguió que no estallara la bomba situada debajo, aunque la hubiera visto el público. Y el suspense no comportó sorpresas. Pedro Sánchez fue elegido, con dos votos de margen. La sesión vivió momentos muy crispados, pero sólo Santiago Abascal no se acercó a felicitar al presidente, en un gesto casi tan desacertado como sus palabras. Y se evidenció que la dureza de la derecha está actuando de pegamento para la izquierda. Menos en el caso de Montse Bassa (ERC), que dijo que le importaba un comino la gobernabilidad de España. Por un momento volvió el suspense, aunque aclaró que, aun así, se abstendría. Puro Hitchcock.
De hecho Montse Bassa en no ser política dijo lo que realmente piensa la mayoria de sus señorías, a los que de hecho sólo les importa esa gobernabilidad cuando ganan los suyos para pedirles el: que hay de lo mío.
2 Comentarios
¿Caminaremos hacia el enfrentamiento? Tenemos bastantes de los ingredientes que ya se dieron en la primera mitad de los años 30: tema de la autodeterminación, nacionalismos central y periférico en plan radical, extrema derecha creciendo y con una actitud amenazadora... Solo falta una nueva crisis económica y tendremos el lío en bandeja. ¿Tendremos remedio?
ResponderEliminarHay una diferencia entre ahora y los años 30, la crispación no está en la calle - de momento - y vivimos relativamente bien. no estamos para revoluciones ni algaradas al tener algo que perder. Y hay que tener en cuenta que estamos en Europa lo que descarta un golpe militar. Ganas no les faltan, cierto, però no lo tienen fàcil. Sobreviviremos.
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