Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro - |
Pero donde realmente hacían sentir su fuerza eran en las performances, en el desenfado y la incorrección ante el canon literario, cuando invadían los recitales de Octavio Paz, por ejemplo. Ésa es una actitud de ruptura que tienen todas las vanguardias (hasta que se vuelven tradición, obviamente). El mismo Bolaño, en los monólogos de la segunda parte, hace una autocrítica fuerte del movimiento a través del testimonio de Juan Sebastián Rosado (y que cita las palabras de Monsiváis sobre los dadaístas).
Por tanto, creo que en sus orígenes hay un intento por irse al margen, por trastornarse, por explorar el vacío para escribir poesía… pero no es exclusivo de ellos, es algo que ya el propio Rimbaud acuñaba: para convertirse en poeta, hay que procurar el desorden de todos los sentidos. Hay un texto de un profesor chileno, Matías Ayala, incluido en Bolaño salvaje (2008), extremadamente ácido con todo este asunto, y que dice lo siguiente: hoy los infras parecen haber resurgido, como los grandes poetas malditos que en su momento nunca fueron, pero que a la postre la crítica y los poetas jóvenes del siglo XXI han encumbrado. Pero si Bolaño no hubiera escrito Los detectives salvajes, nada de eso se hubiera salvado. Lo mismo dice Mónica Maristain, que escribió la biografía de Bolaño, El hijo de míster playa (2012): algunos infras están viviendo del oportunismo de la bolañomanía, y no se acercan a los herederos de Mario Santiago por real aprecio, sino para saquear su biblioteca (esto me hizo recordar un simposio en el que dije esto, y si hubiera tenido una piedra en la mano, Evodio Escalante, que estaba entre el público, me la hubiera lanzado sin prejuicio alguno, ja). Lo que sí tienen los realvisceralistas y que los salva es que adoptaron un punto de vista: el de caminar hacia atrás mirando un punto fijo. Eso, incluso, es el modo en el que narra el propio Bolaño.
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