EL HOMBRE QUE NO LEÍA LOS PERIÓDICOS



Cuando la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, ordenó hace unas semanas bloquear la pista del aeropuerto José Joaquín de Olmedo - uno de los líderes independentistas locales contra la invasión imperial española - con coches de la policía municipal para impedir que aterrizara un vuelo de Iberia proveniente de España, y evitar así que contribuyera a esparcir el coronavirus, estaba homenajeando inconscientemente y metafóricamente la Matemática de la História. Y que los mismos días aparezca una información en el diario británico Daily Telegraph, que vincula a un caso de corrupción y pone contra las cuerdas no sólo el rey emérito español Juan Carlos I sino también al actual monarca Felipe VI puede ser una coincidencia sí, pero en todo caso vivimos tiempos en los que la Ley de la Historia vuelve a pedir paso. No dejaría de ser paradójico que este escándalo revelado por una exprincesa del árbol genealógico de la dinastía Habsburgo, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, conocida ahora como Corinna Larsen después de su divorcio, acabara con uno de los dos últimos fines de estado borbónicos en ejercicio como el Rey de España y el Gran Duque de Luxemburgo. Sea coronavirus y/o corinnavirus, el cóctel vírico apunta maneras mortales para lo que resta del Imperio español. Qué «casualidad» que quien más sufra esta epidemia sea el núcleo imperial, Madrid, que se muestra incapaz de salir adelante sin sufrir demasiado daño, engullido por el caos y que, a la desesperada, hace desfilar el ejército español por la Diagonal de Barcelona para salvarlo todo «unidos» cuando justamente el tiempo histórico marca justamente el sentido contrario o, cuando menos, no «unidos» mirando a Madrid sino hacia Berlín.
Durante este confinamiento insólito hay gente que se pregunta si el padre de la Matemática de la Historia, de esta Ley de la Historia, Alexandre Deulofeu, había pronosticado una pandemia como la que vivimos estos días. La respuesta es no. La Matemática de la Historia se fija en momentos y territorios concretos en función de su biología histórica que es muy diversa en todo el planeta. Y también mucha gente se pregunta si asistimos, ahora sí, a fin español de facto. La respuesta es que puede que sí o puede que no. Pero esta ambigüedad tiene una explicación. La Matemática de la Historia, con respecto a los imperios, apunta tendencias, marca unas etapas de dominio pacífico o agresivo dependiendo de lo que toca en cada momento con otros de depresión. Y en cada una de ellas el trasfondo es de unificación o fragmentación territorial. 

En cualquier caso la Matemática de la Historia nos apunta el "qué" debe pasar pero no el «cómo» y es indiscutible que la época que vive el Estado español en general y la Zarzuela en particular reman absolutamente a favor de la tendencia anunciada. Lo que está claro es que las consecuencias económicas, políticas y sociales derivadas de la epidemia en España mientras el monarca hace discursos vacíos, renuncias inválidas y embadurnado en embolsadas oscuras propias de repúblicas bananeras, parecen un tiro de gracia a un imperio desacreditado y descabellado. Como todos los imperios, por cierto, que acaban sus días carcomidos por la corrupción y con pies de barro debido a la quiebra económica que no descartan los grandes acreedores institucionales internacionales en el caso español. Como lo hará el Estado español, según estado europeo por dimensión y cuarto en población, que ya acumulaba en 2018 una deuda del 98% de su PIB antes de la epidemia para asumir un incremento que ayude a paliar el impacto que viviremos los próximos meses? En el año 2000 la deuda española subía al 58% y este año, con todo lo que está pasando, sobrepasará el 100% como ya ha dejado claro el Fondo Monetario Internacional. El de Italia era del 135% en 2018 y el de Grecia en 2010 cuando fue rescatada, según los designios de Alemania, superaba de largo el 140%. Por mucho que los griegos rechazaran el rescate vía referéndum, su palabra ya no contaba. Lo que contaba era la Ley de la Historia y al que otorgaba el poder para decidir su futuro: Berlín. La cuestión acaba siendo siempre como administrar de la mejora manera el tempo histórico para ahorrar sufrimientos y males mayores.

Tanto da que la pandemia sea global y veamos ciudadanos con mascarilla en Washington, Beijing, París, Tokio, Londres o Berlín. El coronavirus castigará severamente donde toque allí donde el momento histórico que le toque, si es que le toca. Debatir sobre si la gestión española de la epidemia es más o menos desastrosa o habría podido hacerse mejor no tiene ningún sentido desde la óptica de la Matemática de la Historia porque el momento que le toca a España es justamente manejar el tránsito hacia su liquidación.
En cualquier caso veremos una Unión Europea que progresivamente, tras el Brexit y esta crisis repentina del COVID19, tenderá a convertirse de manera más o menos explícita en una Unión Alemania Europa o, si se quiere, en una Unión Europea Alemania. Un paréntesis, Angela Merkel ejercerá la presidencia de turno de la Unión Europea en el segundo semestre de 2020. Seguimos. Y el dominio alemán, como decíamos, la Matemática de la Historia ya hace décadas que lo advierte. No es de ahora, dada la lectura de determinados titulares sobre si Berlín cede o no con la suscripción de los llamados coronabonos para mutualizar el incremento de la deuda de los estados miembros de la UE para hacer frente a la recesión del Covid19. Alexandre Deulofeu lo advertía en 1951 en "La Matemática de la Historia»: "a partir del año 2000, la hegemonía de Alemania se extenderá por toda la Europa mediterránea occidental - recuerden la deuda de Grecia, Italia y España - y someterá los pueblos a un nuevo régimen de servidumbre." Y su nieto e historiador, continuador y actualizador vigente de la Matemática de la Historia, Juli Gutiérrez Deulofeu, nos alerta de que «asistiremos, en los próximos años, a la derrota definitiva de todos los viejos estados nacidos con la modernidad. Primero España, pero detrás vendrá el Estado francés, que hoy presenta síntomas evidentes de decadencia y miseria, y, a continuación, el Reino Unido. Poco a poco, las viejas naciones vernáculas buscarán su lugar en Europa que ha de venir, una Europa que, como podemos ver, cada día se está convirtiendo en una sombra de lo que hubiera podido ser. Viviremos una auténtica paradoja. Fuerzas centrífugas versus fuerzas centrípetas. Estallarán los Estados y las nacionalidades renacientes conformarán una nueva Europa bajo la égida alemana.»
IÓDICOS
Una de las polémicas de estos días es si hay que hacer caso o no a los científicos al cien por cien a la vez de tomar decisiones políticas y económicas. En todo caso, tal vez no se les hace caso pero se les escucha y la Matemática de la Historia es un instrumento científico más, aunque muchos no se lo pueda parecer, la hora de decidir el rumbo político de un estado, imperio, nación ... leer la actualidad con el filtro de la Matemática de la Historia es un ejercicio sano y necesario aunque Alexandre Deulofeu presumiera de no leer los periódicos porque ya sabía que tenía que pasar como explica su biografía de reciente publicación 'El hombre que no leía los periódicos'. Pero sí que hay y esta lectura se debe hacer con amplitud de miras y abriendo el zoom. No es lo mismo leer un titular que dice que el Banco Central Europeo (BCE) comprará bonos de los países del sur de Europa por 750.000 millones de euros para evitar que se dispare su prima de riesgo debido a la crisis del coronavirus, conociendo qué nos dice la Matemática de la Historia sobre el porvenir de estos países, que no teniendola en cuenta. Y en estos países quien decidirá, o supervisará en el mejor de los casos, será Berlín. Aún así la audiencia no se puede quedar con el titular de un día o un hecho concreto, sino con el mar de fondo que, en efecto, indica una tendencia.

No deja de sorprender que medio mundo esté boquiabierto pendiente de los análisis que hace del mundo el filósofo e historiador israelí Yuval Noah Harari, famoso por sus best sellers sobre la Humanidad, y porque muchos líderes como Barack Obama, Bill Gates, Emmanuel Macron, Mark Zuckerberg o Angela Merkel le pidan opinión cuando él es el primer sorprendido que, por ejemplo, los Estados Unidos hayan abandonado cualquier voluntad de liderazgo y, en cambio, Alemania se muestre fuerte y diligente o que la ONU o la UE hayan perdido peso porque los Estados Unidos y el Reino Unido hayan perdido su voluntad multilateral. A cualquiera que conozca mínimamente la Matemática de la Historia esto no le extraña nada.

Volviendo a la Península Ibérica están llegando los tiempos de los que iban avanzados a sus tiempos y la Matemática de la Historia es el paradigma. En el núcleo imperial, Madrid, no lo saben y si alguien se dan cuenta entre caceroladas los primeros a taparse los oídos serán desgraciadamente los inquilinos de la Moncloa y la Zarzuela obsesionados con unos nuevos Pactos de la Moncloa que no tienen ningún tipo de recorrido si lo que se pretende es salvar España tal como la conocemos. Sólo cabe preguntarse si Cataluña sabrá adaptarse a la nueva situación gestionando con inteligencia su relación con Alemania. Los mensajes de Barcelona a Berlín deberían ser, sobre todo a partir de ahora, obra de un orfebre. - David de Montserrat - elnacional.cat




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