En una columna, Roth describe una escena vienesa. Llovía y el asfalto estaba resbaladizo. Una mujer con paraguas cruza la calle con prisas y tropieza; pasa un coche y la atropella. La gente acude a socorrerla. Mientras tanto, un hombre aprovecha la confusión para robar el paraguas de la mujer. Por fortuna, ella se recupera sin daños, pero no celebra haber sobrevivido a un accidente: se lamenta de que le hayan robado el paraguas. “Como puede verse –apunta Roth–, hay dos tipos de personas: malvadas o estúpidas”. El artículo es prodigioso: una simple anécdota callejera le permite subrayar las tipologías humanas dominantes. Los azares desastrosos hacen salir a la luz la estupidez y el egoísmo que llevamos dentro.
UNA ESCENA VIENESA
En una columna, Roth describe una escena vienesa. Llovía y el asfalto estaba resbaladizo. Una mujer con paraguas cruza la calle con prisas y tropieza; pasa un coche y la atropella. La gente acude a socorrerla. Mientras tanto, un hombre aprovecha la confusión para robar el paraguas de la mujer. Por fortuna, ella se recupera sin daños, pero no celebra haber sobrevivido a un accidente: se lamenta de que le hayan robado el paraguas. “Como puede verse –apunta Roth–, hay dos tipos de personas: malvadas o estúpidas”. El artículo es prodigioso: una simple anécdota callejera le permite subrayar las tipologías humanas dominantes. Los azares desastrosos hacen salir a la luz la estupidez y el egoísmo que llevamos dentro.
Y se habrá puesto hecha una sopa: empapada. Jejeje. A veces nos preocupamos por nimiedades. La naturaleza humana tiene estas cosas tan estúpidas.
ResponderEliminarUn saludo.
Uno no sabe nunca como va a reaccionar ante una situación determinada, solemos actuar por instinto.
ResponderEliminarSaludos