No hay estudio que lo demuestre, pero parece evidente que la persona que previó con más clarividencia la situación que vivimos es Sergio Dalma. El año que viene se cumplirán 30 años de su 'Bailar pegados', y ya entonces decía esto: "Bailar de lejos no es bailar. Es como estar bailando solo. Tú, bailando en tu volcán, y a dos metros de ti, bailando yo en el polo”. Ni novelas apocalípticas ni películas de ciencia ficción. Dalma ya intuía lo de los dos metros y sabía que solo tiene sentido bailar "sintiéndonos la piel". 
Por eso no estaría mal que la patronal de los locales de ocio recuperara la canción para convertirla en un himno contra las indicaciones del Instituto para la Calidad Turística Española, que prevén, para las pistas de baile, un perímetro acotado y unas cuadrículas en el suelo "para proteger y preservar la distancia interpersonal". Cada uno, pues, en su zona de baile, como si se tratara de una tabla de gimnasia, "de un circo o de una jaula", como dicen los empresarios a elperiodico.com
Debemos recurrir a los clásicos, pues: "Bailar pegados es bailar. Es bailar", pero como eso no es posible, una de las soluciones seria volvera bailar la yenka, o sea, separados y uno al lado del otro. Izquierda izquierda, derecha derecha, adelante detras un dos tres...



Visto lo visto, Bailar con mascarilla o comer entre mamparas serà así con la nueva normalidad.


Un restaurante holandés ha puesto en marcha una curiosa inicativa para mantener su negocio lejos del cierre y a salvo del coronavirus: instalar en la terraza pequeños invernaderos a modo de comedores privados.
“El coronavirus nos obliga a replantearnos la forma en que recibimos a los clientes”, explica el director de Mediamatic, Willem Velthoven, en declaraciones recogidas por los medios locales. “Nos dijimos ‘vamos a ver lo que pasa si nos sentamos en estos pequeños lugares, si está bien y si podemos servir de manera segura’,y de hecho funciona bastante bien”, explica.
Por el momento, los habitáculos están ideados para dos comensales. “Pasará algún tiempo para volver a comer reunidos en grupos”, comenta Velthoven.
Han sido los propios trabajadores del restaurante los que durante el cierre han ido adoptando el rol de los comensales para probar el nuevo experimento.
“Los invernaderos son tan pequeños que los camareros que sirven ni siquiera caben dentro. Así que sirven desde fuera, no entran”, precisa Velthoven, que espera que su iniciativa inspire a otros locales.
Espacios hechos con la intención de recrear la intimidad y la seguridad de las casas, pero comiendo en el restaurante respetando plenamente las normas contra el coronavirus 😷