EL SINSENTIDO DE LA HISTORIA


El hombre hace la historia; a su vez, la historia lo deshace. El es su autor y su objeto, el agente y la víctima. Hasta la fecha ha creído dominarla, ahora sabe que se le va de las manos, que se desarrolla en el insoluble y en el intolerable: una epopeya demente el desenlace no implica ninguna idea de finalidad. Como atribuirle un objetivo? Si tuviera uno, sólo podría alcanzarse una vez llegada a su término y de él no sacarían provecho más que los superviviente, los restos; sólo ellos se sentirían satisfechos, ya que disfrutarían del incalculable número de sacrificios y tormentos que el pasado ha conocido. Visión demasiado grotesca e injusta. Si se desea a toda costa que la historia tenga un sentido, debe buscarse únicamente en la maldición que pesa sobre ella. El mismo individuo aislado puede poseer sólo en la medida en que participa de esta maldición. 

Un genio maléfico preside los destinos de la historia; es evidente que ésta no tiene objetivo, pero se encuentra marcada por una fatalidad que lo suple y que confiere al devenir una apariencia de necesidad. Esta fatalidad, y sólo ella, es lo que permite hablar sin ridículo de una lógica de la historia, e incluso de una providencia, una providencia especial sin duda, y más que sospechosa, los propósitos son menos oscuros que los de la otra, la siniestramente benefactora, ya que consigue que las civilizaciones destino rige se desvíen siempre de su dirección original para conseguir lo contrario de lo que deseaban, para hundirse con un empeño y un método que denuncian las maniobras de una fuerza tenebrosa e irónica. - EMIL MICHEL CIORAN.

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