¿Podemos contar cuál es el gran problema del choque de trenes que se está produciendo, perdón, que se ha producido, que está a punto de terminar con divorcio a lo bestia, en el Barça? ¿Lo podemos contar o preferimos seguir viviendo en Babia (según la RAE, "estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata")? ¿Podemos? Va, lo intentamos.
Para mí, que poseo tantos ‘off the records’ que me da hasta asco confesarlo, el mayor problema es que de las idioteces y comportamientos descabellados de Josep María Bartomeu, toda su directiva y ejecutivos se sabe casi todo, mientras que del comportamiento de Leo Messi, a lo largo de casi dos décadas, en el vestuario, plantilla, oficinas del club y despachos de la Ciudad Deportiva ‘Joan Gamper’, no solo no se sabe nada, sino que se silencia todo.
Se llama 'omertá', es decir, el código de honor (¡menudo honor!) de la mafia siciliana que prohíbe informar sobre las actividades del clan. Dejemos de vivir en Babia: si los que acompañaron durante estas dos décadas al ídolo azulgrana en las catacumbas de la Ciudad Deportiva (y no diré nombres, para qué ¿no?) contasen todo lo que saben, vieron, oyeron, sufrieron, padecieron y se tragaron, la imagen de ‘D10S’ sería otra. Y el conflicto actual, muy diferente. ¡Vaya que sí! Pero no lo han contado. Solo al Tata se le ocurrió un día decirle a Messi: "Sé que usted es Dios aquí y que, si usted quiere, mañana llama al presidente y yo estoy despedido al día siguiente, pero, por favor, no me lo demuestre cada día".
Y con eso juega Messi, con la 'omertá' del vestuario, uno de cuyos miembros más veteranos y destacados, uno que no se mueve de ahí, ni de día ni de noche, uno que los ha visto pasar a todos, a todos, me confesó ayer que "desaparecido Leo, seremos más libres y, créeme, más felices". Yo les entiendo a ustedes, culés empedernidos, pues ustedes no han sufrido a ese Messi, solo lo han disfrutado. Es más, lo han colocado en un altar y, desde ahí, les acaba de enviar un burofax ¡a ustedes!, ¡a ustedes!, dueños del club, nada de a ‘Barto’, que ya se está yendo, que está descontando, para decirles que con su pan se lo coman, pero que él se va.
Y, qué curioso. No hace mucho nos preguntábamos hasta dónde llegaba el amor, el cariño, de Messi por el Barça: pues hasta la derrota final, hasta el 2-8 del Bayern, hasta que Ronald Koeman le ha dicho que se acabaron los privilegios, que él jugará donde quiera pero que "los otros diez los escojo yo". Y, encima, ha osado decirle a su amigo del alma ¡por teléfono! (eso sí que ha sido feo, ‘Tintín’), que se busque equipo. Y Leo, allá en su casa de la Cerdanya, donde compartía tertulias con el inteligentísimo Alba y el goleador uruguayo, ha llamado a papá y le ha dicho: "Hable con el abogado y que le envíe un fax a estos boludos. ¡Me voy mañana!".
En la primavera del 2018, España goleó (6-1) en un amistoso a la Argentina de Messi y, dos días después, algunos periodistas argentinos escribieron que Leo era "nocivo" para la albiceleste "pues solo quiere que jueguen sus amigos". Una cosa está clara, volviendo a la 'omertá': no se puede presidir un club, dirigir una entidad y gobernar un vestuario teniéndole miedo a un futbolista. Y el Barça, que ha sido feliz y campeón, glorioso e histórico, de la mano de Messi (y muchos otros, muchos), ha creado y tolerado el crecimiento de un monstruo que, al final, se ha creído con derecho de despedir, dilapidar, 20 años de historia por burofax.
Ni inyecciones de crecimiento a los 13 años ni contrato vitalicio a 50 millones de euros limpios por temporada. Ha visto que su imperio de la ley se acababa o podía tener ciertos límites y ha enviado un burofax. Puede, sí, no lo niego, de ‘Barto’ cabe esperarlo todo, que esta directiva esté frotándose las manos y aspire a vender a Messi por unos 225 millones de euros, que es lo que tienen proyectado sacar, sabedores de que la cláusula de 700 es imposible. Puede que dos jugadores del City, valorados en 50 millones cada uno, más 125 de cláusula, se considere un buen precio.
Pero les voy a decir una última cosa: si todo esto acaba con Messi en el City (gratis), con lo que Pep Guardiola llegó a sufrir a Leo ("me voy porque, si me quedo, nos haremos daño"), es que todo el fútbol es pura 'omertá' e interés. El mejor futbolista del mundo junto al mejor entrenador del planeta, unidos el mismo año en que, los dos juntos, no suman ni un solo título. Tremendo.
Emilio Pérez de Rozas no dice nada en este esclarecedor y lúcido artículo que no supiésemos o mejor dicho intuyéramos, por lo tanto si el Messi se quiere ir, buen viento y barca nueva, o Barça nuevo, porqué Messi en el Barça ha sido desde el primer momento en que empezó a ser consciente de su poder, el problema y a la vez la solución. Que se lo pregunten a Ibrahimovic en un choque de egos como nunca se ha visto en un vestuario. O al Tata, y a otros que han sufrido la dictadura del argentino.
Pero hay más, escribe Emilio Pérez de Rozas una obviedad, ni Messi ni Pep han ganado nada este año, la Champions la ha ganado un equipo sin figuras rutilantes pero con once pares de botas físicamente muy bien preparados, técnicamente de nivel alto y sobre todo solidarios, porque el fútbol a raíz de la pandemia ha cambiado, o ha acelerado su cambio y los cracks con sus emolumentos desaforados han perdido mucho de su peso, véase si no el fracaso de Neymar i Mbappé ante el Bayern, o Cristiano con la Juve. En el fútbol táctico y cada vez más físico como el actual, los cracks poco tienen que decir, véase con que ha ganado el Madrid la liga de este año, con cuatro cañas, pero que corren y presionan.
Es el fin de una etapa donde se han pagado barbaridades por jugadores mediocres en muchos casos, y esta burbuja se ha desinflado y osaría afirmar que no volverá a crecer nunca más, y con un poco de suerte incluso este pinchazo afectará a las casas de apuestas, aunque esto ya es más difícil, y porque no decirlo, más obsceno y nocivo. Messi se va, buenu, pués adiós muy buenas, y gracias por la propina.
Pero les voy a decir una última cosa: si todo esto acaba con Messi en el City (gratis), con lo que Pep Guardiola llegó a sufrir a Leo ("me voy porque, si me quedo, nos haremos daño"), es que todo el fútbol es pura 'omertá' e interés. El mejor futbolista del mundo junto al mejor entrenador del planeta, unidos el mismo año en que, los dos juntos, no suman ni un solo título. Tremendo.
Emilio Pérez de Rozas no dice nada en este esclarecedor y lúcido artículo que no supiésemos o mejor dicho intuyéramos, por lo tanto si el Messi se quiere ir, buen viento y barca nueva, o Barça nuevo, porqué Messi en el Barça ha sido desde el primer momento en que empezó a ser consciente de su poder, el problema y a la vez la solución. Que se lo pregunten a Ibrahimovic en un choque de egos como nunca se ha visto en un vestuario. O al Tata, y a otros que han sufrido la dictadura del argentino.
Pero hay más, escribe Emilio Pérez de Rozas una obviedad, ni Messi ni Pep han ganado nada este año, la Champions la ha ganado un equipo sin figuras rutilantes pero con once pares de botas físicamente muy bien preparados, técnicamente de nivel alto y sobre todo solidarios, porque el fútbol a raíz de la pandemia ha cambiado, o ha acelerado su cambio y los cracks con sus emolumentos desaforados han perdido mucho de su peso, véase si no el fracaso de Neymar i Mbappé ante el Bayern, o Cristiano con la Juve. En el fútbol táctico y cada vez más físico como el actual, los cracks poco tienen que decir, véase con que ha ganado el Madrid la liga de este año, con cuatro cañas, pero que corren y presionan.
Es el fin de una etapa donde se han pagado barbaridades por jugadores mediocres en muchos casos, y esta burbuja se ha desinflado y osaría afirmar que no volverá a crecer nunca más, y con un poco de suerte incluso este pinchazo afectará a las casas de apuestas, aunque esto ya es más difícil, y porque no decirlo, más obsceno y nocivo. Messi se va, buenu, pués adiós muy buenas, y gracias por la propina.
Messi es el mejor goleador de la historia de la liga española. Es el mejor futbolista del mundo. Lo amo y lo apoyo como siempre. Creo que es un genio, tiene un talento deportivo ilimitado, el fútbol es su vida. Gracias a Messi por el impacto de la visión.
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