¡Oh, qué maravilla! ¿Cuántas criaturas bellas había aquí! ¡Cuando bella era la humanidad en los años 50! ¡Oh mundo feliz, en el que vivía gente así!. Un mundo sin paro, con seguridad en las calles. Un mundo "libre" siempre que no te metieras en líos políticos que decia mi padre. Un mundo donde la gente dejaba la llave de su casa en la puerta cuando salía, por si alguien nesitaba algo.
Un mundo donde las tiendas no cerraban nunca, y la persiana medio bajada estaba abierta 16 horas diarias.
Un mundo donde no había ni Ikea, el Corte Inglés, Amazon o Zara.
Un mundo gris, sin móviles, Ipads, Internet o TV, pero donde moraban Kubala y DiStefano.
"Póngame con el 42 de Sant Feliu de Codines, era la conferencia telefónica que se debía pedir a Conchita desde Sabadell...Conxita, la telefonista que escuchaba todas las conversaciones.
Agua de Sant Feliu del Recó.... la repartían en garrafas en un camión Ebro gris, como la época, mientras por la calle de Vilarrubies desfilaban los del circo Americano.
Tiempo de la 'torna' en la panaderia, pan con aceite y azúcar, o con vino y azúcar, los primeros yougures, y yo soy aquel negrito del Cola Cao. El més de María. Sardanas el domingo al salir de misa de doce, y luego el vermut con aceitunas rellenas de anchoa. Vermut de garrafa con sifón. 
Un mundo que añoramos a pesar de haberlo criticado, quizás porque hemos perdido esa inocencia o ceguera temporal de la realidad que hace verlo todo con cinco años de una manera muy diferente a la realidad, o quizás porquè la memòria és selectiva, muy selectiva, y porque en este otro mundo, el actual, todos lo hemos hecho muy mal para llegar a ninguna parte que es donde estamos ahora, y para más inri, seguimos sin aprender ni reaccionar ante la pandemia.
Es bién cierto que, contra Franco vivíamos mejor.