El padre de Louis Pawels creía firmemente que el siglo XXI sería el siglo del humanismo. Pleno de confianza en el progreso y la ciencia, convencido del advenimiento del proletariado, afirmaba que lo que iba a vivir el nuevo siglo es más importante que la aparición del budismo! No se trata ya, de ahora en adelante, de destinar las facultades humanas a tal o cual divinidad, en nosotros sufre una crisis definitiva el vigor religioso de la Tierra: la crisis de su propio descubrimiento. Hemos empezado a comprender, y para siempre, que la única religión aceptable para el hombre es la que le enseñará, sobre todo, a conocer, amar y servir apasionadamente en el Universo es el elemento más importante. Decía que el hombre todavía no está terminado ni se ha salvado, pero que las leyes de condensación de la energía creadora nos permiten alimentar, a escala del Cosmos, una formidable esperanza. Por eso juzgaba los asuntos de este mundo con una serenidad y un dinamismo religioso, buscando, muy lejos y muy alto, un optimismo y un valor que fueran inmediata y realmente utilizables.
Ya se suele decir que las sepulturas están llenas de buenas intenciones, y lo único que nos ha aportado el siglo XXI, es la perversión de la clase política y de las instituciones en general y una sociedad cada vez más infantilizada e idiotizada. Ya puestos, pido a la escuela, ¡No! exijo (ahora se exige, no se pide) que en la escuela den clases de pastafarismo, la religión más importante después del budismo. Una escuela que empieza hoy su incierto curso. ¡Sufriremos!
La catequesis que se la pague cada uno de su bolsillo. Y en su casa.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo que deberian hacer es enseñar historia de las religiones, de todas las religiones, porque también deben los niños conocerlas.
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