Jessica A.Krug, de 38 años, llevaba décadas presentándose como una afrocaribeña. Explicaba que había crecido en el Bronx neoyorquino, que sus padres eran drogadictos y que su hermano era una de las tantas víctimas de la brutalidad policial. Pero el pasado 3 de septiembre, esta profesora de Historia Latinoamericana y Africana de la Universidad George Washington, en la capital estadounidense, confesó el blog Medium, en un texto titulado La verdad y la violencia contra los negros de mis mentiras, que no es lo que tanto tiempo ha dicho ser. En la adolescencia, se inventó que era negra y su lugar de origen lo cambió varias veces. No creció en Nueva York. Su infancia fue la de una niña blanca judía en los suburbios de Kansas City, en la América profunda. A los que la conocen les pidió perdón, asegurando que no fueron "ingenuos": "Fui audaz con mis engaños". La suya ha sido casi toda una vida adulta basada en el "suelo tóxico del napalm de las mentiras", dice al comienzo de su escrito.
Lo más sorprendente de la historia de la señora Krug no es que de repente dijera que era blanca. Lo más sorprendente es que sus alumnos y sus compañeros profesores en la Universidad de George Washington se sorprenderán ante el descubrimiento, tantos años después, que no era negra. Ella decía, entre otras cosas, que era de familia hispanocaribeña. Le gustaba llamarse a sí misma Jess la Bambolera. Pero he visto fotos de ella. Es más blanca que Iniesta. Es como si Nelson Mandela se hubiera pasado la vida diciendo que era blanco y todo el mundo se lo creyera. Hasta que un día anunciara: "Perdón, he mentido, soy negro" y todos sus conocidos escandalizaran y de repente le tacharan, como hoy algunos bienpensantes llaman a Krug, de monstruo racista.
Su comportamiento recuerda el polémico caso de Rachel Dolezal, una mujer que se identificaba como negra y que llegó a presidir la sección local en Spokane (Washington) de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP en sus siglas en inglés, la principal organización en favor de los derechos civiles de Estados Unidos) durante más de un año. En junio de 2015 sus padres reconocieron que nació blanca y que se había hecho pasar por negra.
Que puede llevar a una persona, en este caso a Jessica Krug a hacerse pasar por negra, se me escapa, puedo entender casos como el de Enric Marco que se hacía pasar por superviviente de los campos de exterminio nazis, unos campos que nunca había pisado, y sólo se trataba de recrear por su parte una realidad inventada que hubiera querido sufrir, en un exceso de notoriedad. Pero Krug es una profesora universitaria que no entiendo porque se tenía que inventar además algo tan inverosímil. ¿Para adquirir cierta notoriedad?, tal vez si, aunque seguramente habría impactado más hablar de una judía defensora de los negros, ¿Por inseguridad?, es posible, la mente humana a veces es muy retorcida y capaz de inventarse o reinventarse, Pessoa tenía varios heterónimos, pero no es el caso de Jessica Krug. A veces la explicación a unos hechos, a una manera de actuar es muy sencilla, pero en este caso no la sé encontrar. Quizás es que los norteamericanos no tienen demasiado claro la cosa esta del color de las razas, al menos si hacemos caso de este artículo del New York Times.
La pregunta que ante esta situación me hago es: ¿seguro que la Moreneta es negra?, no nos habrá estado engañando todos estos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario