💬Supongo que todos se habrán alegrado conmigo de que, como informó el periódico el pasado sábado, esta Semana Santa se ralentizaran las vacunaciones en Catalunya. - Lluís Amiguet

La razón es que nuestra autoridad sanitaria, sagaz, ya anticipa que muchos de los convocados a la vacunación “no interrumpirían sus vacaciones para recibir la vacuna”. Y aciertan, porque se lo consulto a mi madre, de 83 años; y a Jaime, de 84; y a Dolors, de 92... (tengo la lista con sus apellidos a disposición de Sanitat) y están encantados de quedarse en casa viendo la tele en vez de ir (¡el Jueves Santo, por Dios!) a hacer cola de vacunación solo para salvar sus vidas y las economías de sus hijos y de sus barrios. Hubiera sido una locura.

“Se vacunará –declara, sensato, el responsable de Sanitat–, pero no con todos los equipos al completo, porque la idea, además de adaptarse a la respuesta ciudadana esperable, es aprovechar para que hagan algún descanso”.

Se concilian así el derecho a la pereza de los administrados –ya sabemos que en Semana Santa nadie se mueve ni para salvarse en una pandemia– y el derecho a las vacaciones de los sanitarios. Es encomiable y nadie lo ha dicho aún. Porque, de ese modo, no caemos en los excesos de Israel, EE.UU. o el Reino Unido, que han cometido la estupidez de vacunar en fiestas; han movilizado al ejército y han formado a vacunadores no profesionales. Tal ha sido su desvarío que, con todos vacunados, en Tel Aviv ya van a conciertos de rock... ¡Y los restaurantes...Y hasta las discotecas, qué dispendio, facturan como nunca! ¡Cuánta inconsciencia!

Como yo no estoy vacunado, me alegro, si me permiten, de alargar mi espera y reforzar así mi fe en que este nuestro pequeño país, al que si le dejaran, daría grandes lecciones de gestión, madurez y compromiso cívico a todo el mundo y parte del extranjero. ¡Visc a Catalunya!