EL LADRÓN DE LIBROS




Jadeos. La mención del concepto "ladrón de libros" en algunas de las librerías pequeñas de Barcelona, significa activar, casi de manera mecánica, una reacción común: jadeos. Las palabras pronunciadas no dan detalles, pero a buena parte de los trabajadores del sector les viene la imagen de una misma persona en la cabeza. Se trata de un hurtador insaciable que, a pesar del paso de los años, siempre vuelve a actuar. Muchos lo conocen por el nombre, Tomás. Otras se refieren directamente como "el ladrón de libros". Algunos la han sufrido presencialmente y los otros, más afortunados, simplemente han visto pasar alguna foto suya por los grupos de contacto del gremio. Sea como sea, el resoplido ante la historia de este ladrón es permanente. "Es una figura que genera frustración. Si te roba libros valorados en 160 euros se te está llevando el que ganas en un día bueno. Los libreros tenemos unos márgenes de beneficio muy pequeños, del 35% como mucho. Que se lleve 10 libros importantes de una tienda pequeña es un problema ", dice Abi de La Llama Store, la última víctima conocida de este manga singular.

La librería especializada en humor, ubicada en el barrio de San Antonio, vivió este miércoles el intento de robo de al menos ocho ejemplares de la tienda. El modus operandi del ladrón fue el que había seguido tantas otras veces. Se presentó vestido con camisa y americana, con unos pantalones con unos bolsillos especialmente profundas, una bolsa colgada en el lateral y un periódico bajo el brazo. Paseó por la librería - "cerca de una hora" - hasta que pidió que la envolvieran un libro que se llevaría. El perfil del comprador, el tiempo que acumulaba en el establecimiento, su manera de buscar sin ningún objetivo temático concreto y la manía de revolver constantemente libros destacados, pero, alertaron la encargada del local.

Y el presentimiento fue acertado. "Voy fijarme como manoseaba dos libros que, después, al revisar si los había dejado en su sitio, no había manera de encontrar", relata la librera. Tampoco les había colocado a ninguna otra parte. Al preguntarle directamente, Abi vio que el hombre mentía e intentaba huir. "Cuando le confrontar junto a la puerta, me volvió... Pero entonces toqué los bolsillos de la chaqueta y los pantalones: llevaba hasta ocho", detalla la responsable de La Llama Store. A continuación, se avisó que se llamaría la policía para resolver la situación y, entonces, el hombre se defendió con conocimiento de causa. "No me puedes retener. Si te he vuelto todos los libros, no me puedes retener ", dijo, antes de desaparecer por piernas.

No era la primera vez que el Tomás, vecino de Hospitalet de Llobregat y bordeando la cincuentena de años, se encontraba en una situación similar. Las fugas después de haber intentado saquear una librería han sido un recurso habitual durante la última década. Lo hizo en 2014 cuando le pillaron en Girona, en la librería Empúries, informa El Punt Avui. Y también lo hizo el año pasado cuando intentaba dejar atrás una de las encargadas de La Carbonera que le perseguía con el palo de la persiana por el Poble Sec.

Recientemente, sin embargo, se le giró la tortilla. Como una de sus manías es volver a los establecimientos donde su estrategia de pasar inadvertido le ha funcionado, se terminó cogiendo los dedos. Después de haber robado durante semanas en las librerías La Garba y Fahrenheit 451, ambas en la Barceloneta, se encontró un contratiempo. Los libreros del segundo establecimiento se dieron cuenta del verdadero motivo de aquellas visitas literarias, llamaron a la policía y una patrulla de la Guardia Urbana y le atraparon llevándose siete libros escondidos en la ropa. El caso lo destapó la cadena SER Cataluña el pasado mes de abril. Ahora la situación está pendiente de resolverse en los juzgados. El librero Sergio Lledó, de la Fahrenheit 451, asegura que el vacío que dejó esa persona en las estanterías de su negocio bordea "los 1.200 euros". Este caso se suma a los ocho antecedentes por hechos similares que figuran en las bases policiales.

Ahora se sabe que el saqueo de la Barceloneta llegará a juicio el próximo octubre. La defensa del Tomás se centrará a alegar problemas de salud mental como la cleptomanía. Ya lo ha hecho en otras ocasiones, apunta Mariano Marín, secretario técnico del Gremio de Libreros de Cataluña. "Otros procedimientos judiciales han resuelto que él es plenamente consciente de lo que hace. Y nos consta que antes de la pandemia un juicio terminó con una sanción notable. Pero el hombre sigue en activo. Así que nosotros seguimos pidiendo a los negocios afectados que denuncien para que los jueces sean conscientes de la acumulación que arrastra. Él es consciente de que un hurto tiene una pena muy baja, por eso nunca supera los 400 euros cuando roba. Pero esto se debe resolver de alguna manera", remata Marín.

Desde el Gremio de Libreros de Cataluña se menciona que, en otras ocasiones, este mismo protagonista ha actuado incluso en Tarragona. Sin embargo, si algo ha quedado claro es que el epicentro de su actividad delincuencial es Barcelona. Le queda cerca de casa y el abanico de lugares donde hacer botín es enorme. Más allá de los anteriormente mencionados, entre los establecimientos en que se ha propuesto robar está la librería Hispano Americana, la Central, la Fatbottom o el On the road. También se presentó, recientemente, en la Ventanas o la Lata Peinado. Si le va bien, repite. Si lo pillan, intenta salir airoso y no vuelve. 

Nico de la librería Fatbottom, en el Raval, reconoce un rasgo compartido por varios establecimientos: "Las primeras veces ni te enteras. El robo pasa totalmente desapercibido". Concuerda con lo que describía Sergio Lledó. "Yo lo consideraba un cliente habitual, y de los buenos! Vino hasta seis veces. Después descubres que juega un papel, que se disfraza, que es todo un personaje y que es capaz de llevarlo al límite", menciona el librero de la Fahrenheit 451.

Los afectados consultados por este diario confirman, además, que el golpe policial que vivió en la Barceloneta la primavera pasada no ha interrumpido su sed de libros. De la librería On the road, situada en el barrio Gótico, intentó llevarse varios ejemplares el pasado 10 de mayo. Ese día Ángel Tijera se dio cuenta de que llevaba al menos dos libros sin pagarlos. De nuevo, utilizaba el diario para cubrir sus movimientos. Y de nuevo, cuando lo pillaron con los libros sustraídos, los entregó entre tacos y se esfumó. "Era la cuarta vez que venía. Y ya no sabré todo lo que se llevó las otras veces. Ahora bien, una de las misteriosas desapariciones de antes de saber qué pasaba fue un libro de 85 euros. Para una librería pequeña eso es mucho", subraya Tijera,

Todos los entrevistados mencionan, también, la firme convicción de que el hombre no roba libros por ningún tipo de afición literaria. Embolsa las ediciones más caras posibles, de géneros diferentes, con poca conexión, sin un gusto literario concreto y llegando a robar varios ejemplares de un mismo libro. "Se lleva novedades editoriales, clásicos y ediciones buenas", repiten unos y otros. Luego puede ser un libro de cocina, si es caro, como ocurrió en La Carbonera, como puede escoger Técnica y civilización, de Lewis Mumford, como hizo el miércoles en La Llama Store. Las libreras de ambos establecimientos concretan que estos libros valían unos 35 euros. Otras elecciones del hurtador superaban los 20 euros.

La sospecha compartida es que, después, Tomás vende los libros en espacios como los puestos de libros de segunda mano del Mercado de San Antonio o portales de Internet con menos controles sobre la procedencia del producto. El volumen de libros robados -una decena de ejemplares por establecimiento, cuando le sale bien- alimenta las suposiciones. Desde el Mercado de San Antonio, sin embargo, rechazan que haya constancia de esta situación y defienden que los lotes de libros adquiridos deben hacer constar la identificación efectiva de la persona que les ha aportado. Sea como sea, el sector de los libreros afectados sigue convencido de que deberían investigar a fondo estos hechos para esclarecer qué esconden estos robos.

Mientras tanto, nada hace pensar que este vecino de Hospitalet deje de actuar en Barcelona. Hace tan sólo un mes se llevó libros de la Fatbottom. "Hacía días que notaba que faltaban libros importantes. Hasta que hace un mes lo pillé. Estaba seguro de que llevaba dos libros que le vi en las manos y que después no habían sido devueltos a su lugar. Salió por la puerta y decidí seguirlo. Cerré la tienda, seguir su camino y observé cómo se detenía en la ronda de Sant Antoni. Esperé unos minutos para ver si sacaba los libros. Pero nada. Así que me volví. Desde entonces he tomado la decisión de no volver a dejar a entrar", explica Nico.

Cada vez son más las tiendas que siguen esta máxima. La imagen del hombre es plenamente conocida entre los comerciantes de libros de la ciudad. Esta semana, además, ha vuelto a ser captado por las cámaras de videovigilancia de La Llama Store. Se ve claramente como ropa, como levanta la cabeza midiendo la atención del dependiente antes de guardar el libro, como gira el cuerpo para tapar la acción. Abi, pero, aún no ha decidido si denunciarle. Los trámites judiciales pueden obligar a los libreros a ausentarse de la tienda en horario comercial, perdiendo aún más dinero para una ganancia exigua que ni siquiera tienen asegurada. En otros casos, ni siquiera hay imágenes. Por todo ello, Sergio Lledó afirma que, en los casos con pruebas contundentes que sí llegan a los juzgados, los magistrados deberían actuar con más contundencia. De hecho, llega a pedir prisión para el hurtador. "Si no, ya se ha visto que nunca se detendrá", considera el librero. 

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