No hay nada nuevo, salvo lo hemos olvidado o desconocemos. Lo digo porque ahora el universo Instagram ha descubierto el stooping, con ese de Stupid, que se ve que en inglés hace más moderno. Porqué el fenómeno es tan antiguo como el mundo desde que hay contenedores de basura en las calles. Es todo un clásico. Vas caminando tranquilamente por la calle y ves una silla, una mesa, un espejo o un escaparate al lado de varios contenedores de basura. Tampoco debe estar en estos lugares. Ya que muchas veces te encuentras muebles abandonados por cualquier acera, zona de aparcamiento o en los alrededores de algún portal y te parecen perfectas para tu apartamento. Simplemente están ahí, y quedarían perfectos en este rincón de la sala, o sustituirían a aquel mueble de la cocina. Esta es la visión milennial de algo tan antiguo como las putas, los panaderos o el hecho de vivir. Reciclar, recoger residuos de la calle

Tras arrasar en ciudades como Nueva York, Toronto y aterrizar recientemente en Barcelona -con más de 4.000 seguidores en su cuenta-, ahora es el turno de Madrid. El fenómeno stooping (con una traducción aproximada al castellano de 'inclinando la espalda', la acción que se realiza para recoger un mueble de tierra) ha llegado a la capital de España. El proceso es simple: alguien ve un sillón abandonado, le hace una foto, la envía a la cuenta de Instagram detallando la calle y el número concreto de donde está, y el comunitty manager de turno la publica para los posibles «cazadores» . O sea el boca oreja 2.0, puro postureo de fin de semana de gente aburrida.

A parte de los subsaharianos que recogen bastante más que algún mueble de los contenedores, y eso sí que es reciclar de verdad, hasta el punto de que hay quien está planteando la posibilidad de algún tipo de subvención municipal para ellos, la gente común, los de antes, mencionados ahora como boomers, llevamos en general tiempo recogiendo muebles, libros u otros utensilios para uso y disfrute propio. Sólo que al no ser ni pertenecer a ninguna generación posterior, y por lo tanto no estar afectados por la idiocracia, no necesitamos presumir infantilmente de lo que es de lo más natural, de toda la vida, vaya.

Señor, envíanos los bárbaros de una puta vez, esto es cada vez más insoportable.