DE LA CLASE POLÍTICA

 



El Centro de Estudios de Opinión ha hecho pública su última encuesta sobre el reciente pleno de política general del Parlamento y los resultados resultan desalentadores, ya que el 52,8% de la población no sabía que se celebraba este debate y el 73 , 1% le siguió poco o nada. Apenas un 10% de los encuestados consideran que se habló de propuestas para resolver los problemas de los catalanes. No es extraño que el 40,6% de piense que no ganó nadie y el 30% confiese que lo ignora. Lo que sí parece claro es que perdió la política.

El alejamiento de la gente de la política no debería sorprendernos, ya que sólo consigue que se froten las manos los populistas o los extremistas de derecha e izquierda, que odian los valores de la democracia liberal. Pero los políticos sólo parece interesarles el poder y saben que tomar decisiones conlleva riesgos que pueden quemarlos rápido. Hace falta compromiso de los políticos, menos bronca a los parlamentos y más escuchar a la gente. Como ciudadanos debemos exigir el máximo a nuestros políticos. No esperamos de ellos que digan como el general Franco le espetó en una ocasión a José María Pemán: "Joven, haga como yo, que no me meto en política".

La clase política ha perdido incluso la capacidad de levantarnos el ánimo. Explican a la vanguardia que el barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas constata que el 69% de la población valora negativamente la situación económica de España, pero prácticamente el mismo porcentaje (65%) se siente satisfecho con su economía personal. Cómo se explica esta paradoja? Pues porque los políticos no tienen una hoja de ruta clara y los ciudadanos nos han fundido los plomos a la hora de votar. ¿Por qué se debería reconocer de una vez que la gente, la ciudadanía se equivoca y mucho a la hora de votar, y no en la línea que pretende Vargas Llosa, sino para que la gente se equivoca al votar a personajes como Ayuso o Abascal, no por qué no tengan derecho a votarlos, sino porque lo que lo hagan demuestra su inmadurez, una immadurez de la que se aprovechan los populistas y los extremistas de derecha e izquierda, a quienes ya les va bien este desorden. El problema de la clase política, es que no tiene clase ni hace política, empezando por el Pp que es incapaz de vivir en la oposición y de Gobernar cuando tiene el poder, a diferencia del PSOE que al menos en la oposición se comporta con más dignidad.

Pero, una gran parte de la culpa del ascenso de populistas como Ayuso o Abascal es de la prensa, de las televisiones, de los periodistas vamos, porque como no ejercen de periodistas les dan alas. Me vengo a referir a que cuando entrevistan a alguno de estos personajes se limitan a poner la alcachofa y dejar que este diga lo que le interesa. No hay ningún periodista que haga bien su trabajo, y en un momento determinado rebata a esta persona cuando suelta su retahíla de falsedades o medias verdades, ¡No! ellos ponen la alcachofa y a cobrar a final de más del medio que les paga y que conforma lo que opinan de una manera o de otra. Se imaginan a un periodista de verdad entrevistando a alguno de estos personajes y que le fuera desmontando todas las sus falacias una tras otra, pues no se lo imaginen porque esto nunca sucederá.

Me decía el otro día Carlos en un comentario, que le gustaba que hablas de cosas mas cotidianas y no lo hiciera de política, y tiene razón, y es que la política a la mayoría de los ciudadanos ya ha dejado de interesarnos, quizás porque la política ha dado la espalda a los problemas que realmente interesan a la gente y viven en su mundo de Matrix, ajenos a toda realidad. Se lo dijo hace tiempo Laureano Figueroa y su frase continúa vigente: señorías, ya estoy hasta los cojones de todos nosotros. Y se largó a París.

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