La realidad supera siempre a la ficción. Mi padre un día que iba a comprar al Condis, cruzó un paso de peatones con el semáforo en rojo (tenía 92 años y prisa según él). Cuando me llamó desde su móvil sentado todavía en el suelo y aún dolorido por la embestida me dijo: Fransiscu, deberías venir: ¡he atropellado un autobús! Pese al accidente no necesitó silla de ruedas hasta los 97.

Este cuento de Pere Calders, va de atropellos...

POR SI ALGUIEN ME ESCUCHA

Un día, sólo para probar qué sucedía, con un espíritu arriesgado de aventura, crucé una calle con un semáforo en rojo. ¡No lo aconsejaría a nadie! No sólo me atropellaron dos vehículos a la vez, sino que tuve que aguantar unos insultos de aquellos que dejan a toda la familia en entredicho. Ahora, con la lección aprendida, conduzco la silla de ruedas con un respeto absoluto a las reglas del tráfico.