EL MÉRITO DE SUJETAR EL ESPEJO





Poco a poco, los periódicos comienzan a dejar de tratar en portada la guerra o invasión de Ucrania. ¿Alguien recuerda si ocurrió algo en la isla de la Palma?, o que en lo que va de año han muerto ahogados 3000 migrantes en el Mediterráneo; ya hemos olvidado a Piqué y 'lo pelat' Rubiales, y casi el Catalangate, superado por el Moncloagate. Cada noticia se desvanece superada por la siguiente en una vorágine que somos incapaces de digerir. A pesar de ello, a veces hay algunos periodistas capaces de fijar la mirada más allá de la inmediatez de las grandes noticias y recordarnos que en el mundo ocurren otras cosas; quizás más pequeñas, pero igualmente importantes y que conviene resaltar aunque sea de vez en cuando. Éste sería el caso de Màrius Carol, que en su artículo de hoy en la vanguardia, nos recuerda que en las guerras y también en la paz, una de las víctimas son los mensajeros que pierden la vida para informar de nuestras negligencias.

"Ben Bradlee, el legendario director de The Washington Post, cuyo tesón resultó imprescindible para que el mundo supiera la realidad sobre el caso Watergate, escribió en sus memorias que el día de su despedida como director uno de sus colaboradores le susurró al oído­: “Lo más importante que has hecho es que el Post fuera peligroso para la gente del gobierno”. El periodismo comprometido acostumbra a vivir en una tensión permanente con el poder, posiblemente por ello la prensa estadounidense se sacó de la manga la llamada cena de los corresponsales, a la que desde 1980 se invita al presidente, que acude, aguanta las bromas del presentador y responde con consideración a los medios, reservando algunas frases para la ironía. La democracia en EE.UU. no es perfecta, pero continúa siendo admirable. Donald Trump, sin embargo, se negó siempre a ir a esta cena que se celebra desde hace un siglo, porque consideraba que los periodistas eran sus adversarios y la verdad, un concepto sin atractivo.

Joe Biden, después del paréntesis de la pandemia, regresó a la tradición y asistió a este evento. Tuvo que escuchar el monólogo del humorista Trevor Noah, en que entre otras cosas dijo: “Esta es verdaderamente la era dorada de las teorías de la conspiración, ya sea por parte de la derecha, que cree que Trump todavía puede ganar las elecciones del 2020, o de la izquierda, que considera que Biden puede vencer en las del 2024”. Biden, en su discurso, con la guerra de Ucrania como trasfondo, les recordó que la grandeza de su país es que la gente puede reírse del presidente sin que pase nada, al contrario que en Moscú, donde irían a la cárcel.

El presidente aprovechó el acto para hacer una emotiva defensa de la libertad de prensa, lo que se agradece en un momento en que los sátrapas y los populistas intentan dominar el planeta, mientras propagan la mentira como verdad alternativa. Biden proclamó que la verdad importa, que la democracia no es un reality show y que el buen periodismo nos sujeta un espejo para reflexionar sobre lo bueno, lo malo y lo cierto."

En Ucrania han muerto ya nueve periodistas por sostener el espejo que nos devuelve la imagen de una tragedia tan terrible como real.


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