El constitucionalismo, el republicanismo, la evolución del lenguaje político son los motores de la investigación y análisis de Maurizio Viroli, politólogo italiano, profesor en Princeton y expositor en el Congreso de Ciencia Política realizado en Mendoza. En Italia se habla de antipolítica, existe un rechazo a la actividad política de los jóvenes que votan partidos, movimientos que se expresan contra la actividad política tradicional. En Argentina me pareció ver una tensión, una política que se inspira todavía en la libertad, la verdad, la emancipación, al venir aquí respiro aire fresco”, sostiene Viroli experto en Maquiavelo sobre quien escribió en su libro 500 años de El príncipe. La herencia de Maquiavelo, que "se le ha leído mal". Hector Pavón le entrevistó a Clarín.
–¿Por qué sostiene que se ha leído mal a Maquiavelo?
–Porque Maquiavelo fue interpretado como el escultor político que enseñó al príncipe a conquistar y mantener el poder y eso es un error. Maquiavelo enseñó al principio a hacer grandes cosas como emancipar al propio pueblo, fundar buenas instituciones políticas. Leemos a Maquiavelo como sujetador de una política que es dominio de un hombre; en cambio, Maquiavelo hablaba del pueblo. Nos hemos privado de un maestro mayor. Ha sido un problema de interpretación política. Gramsci lo entendió. Dice que si en la política no existe un príncipe que tenga la capacidad de inspirar al pueblo, de guiarle, darle coraje, no puede haber redención en política.
–¿Los partidos políticos recuperaron la representación perdida?
–Lo respondo con una idea de Maquiavelo: la única forma de renacer que tienen los partidos es devolver con fuerza a los principios fundadores justos. Los partidos no deberían abandonar, olvidar ni cambiar los principios. Tienen que redescubrirlos, actualizarlos, volver atrás y repensar los principios con los que nacieron. Socialistas, liberales, radicales, deben reflexionar sobre su pasado y, si son inteligentes, encontrarán las indicaciones para el futuro.
–¿Cómo se llevan el republicanismo y la pasión política, por un lado, y la antipolítica por otro?
–En Italia, el republicanismo como lenguaje político, como idea política es casi desconocido, no existe una tradición continuada de estudio, no hay debate público. El republicanismo dice que si eres un ciudadano que quiere vivir libre debes atender a la vida política y civil; la lucha contra la corrupción porque el bien común debe ser más fuerte que el bien particular, es decir, el republicanismo. Donde falta la vocación republicana existe una fuerte corrupción política y un fuerte desapego de la actividad política.
–En América Latina en general parece que hubiera miedo a perder derechos y eso en Europa no ocurre…
–Sí, por supuesto. Hay un pasaje bellísimo de Maquiavelo que ayuda a entender esto. Los ciudadanos no aprecian el valor de la libertad hasta que son libres o se dan cuenta de lo importante que es la libertad cuando la pierden. Y esto ocurre cuando sufren un régimen autoritario y ya es demasiado tarde. La única alternativa es cuando la memoria de la opresión todavía está viva y los ciudadanos están atentos a defender la libertad, civil, política. En Italia, la república democrática empezó en 1946, han pasado casi 70 años. Y lo que se ve es que no existe memoria histórica del fascismo, de la experiencia de la pérdida de la libertad. Hay una fuerte desconfianza democrática y republicana y existe una falta de voluntad y afán civil tanto en los políticos, en los ciudadanos que es preocupante. En los años 50, 60, 70 hablar de fascismo era hablar de una experiencia que muchos habíamos vivido. Ahora, ved que los jóvenes no saben qué es el fascismo, hay una total y completa pérdida de memoria histórica. El 25 de abril se celebraron 70 años de la liberación del fin de la guerra. La televisión realizó una encuesta entre estudiantes universitarios: poquísimos sabían qué ocurrió en esa fecha. La memoria histórica es una fuerza enorme para el empeño, si se pierde no hay motivación para empeñarse en luchar.
–Usted ha escrito: el patriotismo se opone al...
–La relación entre patriotismo y nacionalismo es un problema muy importante; muchos intelectuales, políticos, pensadores piensan que el patriotismo y nacionalismo son lo mismo. En cambio, existe una diferencia profunda en la historia, en la teoría. El patriotismo republicano es una teoría que afirma que nosotros debemos amar a la patria, entendida como libertad común, bien común, como un modo de vida inspirado en la libertad, esa es la patria que los republicanos necesitan amar. Y los nacionalistas cuando hablan de nación, y de lealtad a la nación entienden a la comunidad cultural religiosa o étnica y en primer lugar no ponen la libertad; ponen la unidad cultural o la potencia de la nación. Entonces, amar a la patria en el sentido de libertad común no es lo mismo que sostener a la nación entendida como unidad cultural religiosa o étnica. Le doy un ejemplo sobre uno de los máximos teóricos del patriotismo republicano del 800: Giuseppe Mazzini.. Siempre explicaba que amar a la patria significa amar a la libertad de tu pueblo y defender la libertad de todos. Los nacionalistas, en Italia, sostuvieron que deben defender la unidad, la cohesión de tu nación y luchar para que tu nación sea potencia en el mundo. Pero el fascismo italiano siempre se proclamó nacionalista y siempre detestó la idea de patriotismo de Mazzini.
–Los intentos de separatismos europeos parecen alentar a ciertos...
–En Europa se advierte muy fuerte el viento del nacionalismo. En Francia, Polonia, Hungría, España, Grecia surge un nacionalismo en el sentido de decir: no queremos ser gobernados por Europa y queremos defender nuestra cultura, historia y tradiciones. Esto es un peligro fortísimo, si estos movimientos siguen creciendo Europa desaparece, muere como unidad política. Mire, yo escribí que Europa necesita patriotismo... Si crece un patriotismo republicano Europa se salva y podemos derrotar al nacionalismo. Sin patriotismo no se derrota al nacionalismo y Europa corre el riesgo de disolverse porque la alternativa al nacionalismo no es ser ciudadanos del mundo.
–¿Siempre es peyorativo hablar de populismo?
–En la teoría política clásica, el populismo está definido con otra palabra: demagogia. El populista de hoy es la versión moderna de lo que en el mundo antiguo, moderno, fue llamado demagogo: lo que tiene una gran capacidad de persuasión porque toca la pasión del pueblo, genera miedo, ambición, envidia, deseo de poder. El demagogo dice al pueblo: siempre tienes razón, mereces más, pide más. El populismo como demagogia es el enemigo más potente de cualquier orden político liberal o republicanismo, es el mal más grave que amenaza a las instituciones republicanas. El fascismo es un ejemplo de demagogia.
Todo ciudadano está obligado a morir por su patria, pero nadie está obligado a mentir por ella - Montesquieu.
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