Hemingway se inventó un cóctel llamado Muerte por la tarde, al igual que el libro que publicó en 1932 en el que narraba las corridas de toros españolas, que no recomendamos probar porque al parecer es una bomba. Él mismo dejó las instrucciones anotadas: “Ponga una onza de absenta en un vaso de champán. Añada champán helado hasta que alcance una opalescente consistencia lechosa. Bébelo lentamente”. Se dice que le improvisó con tres oficiales del HMS Danae tras intentar rescatar durante siete horas al capitán de un barco de pesca en pleno vendaval. Un salvamento a golpe de absenta, el hada verde, en un bronceado complicado.

El presidente del PSOE en Andalucía, Manuel Pezzi, llamó al otro día “tontopollas” Alberto Núñez Feijóo para comparar el atardecer de Granada con el de Finisterre (a favor de este último), en un acto electoral. ¡Cómo le tocas la belleza del ocaso en la Alhambra, insensato!. No se pueden comparar los atardeceres, ni los cócteles, cada uno tiene el suyo y no dejará que se lo robes. Son personales e intransferibles y, a menudo, lo único definitivo es quien te acompaña. Entre los preferidos de servidora se encuentra un anclaje en Cádiz, otro en el Empordà y el tercero en Estambul, épico. Cualquiera vale con un gimlet en la mano, que ya sabemos que se le inventaron para tratar el escorbuto de los marineros a base de limón.

Insistió Pezzi en detallar que el comentario del gallego Feijóo era “cateto, del que nos visita y dice que su pueblo o su puesta de sol es mejor”. A éstos, remató, “en Granada lo llamamos, sin connotaciones sexuales, que es un tontopollas, es decir, una persona muy tonta”. - ‘Death in the afternoon’ - Núria Escur - lavanguardia.com