KÖPSKAM



Nos enfrentamos a una creciente escasez de recursos, y debajo de palabras como 'transición energética', 'pacto verde' o 'digitalización' aparecen unas transformaciones industriales, económicas y sociales que objetivamente van a suponer sacrificios. Para disminuir el impacto medioambiental han surgido multitud de iniciativas y en Suecia está creciendo un concepto conocido como Köpskam. Hace referencia a la "vergüenza de irse de compras sin que exista una necesidad real", detalla la organización. Se trata de un comportamiento en el que prevalece la responsabilidad individual frente a la presión de la industria y la publicidad por consumir. "Empezamos a tener algunas alternativas circulares para alargar la vida de estas prendas, y la segunda mano es una de las más sencillas, divertidas y económicas", indican.

Pero el asunto es más complejo que una bienintencionada declaración de intenciones como el movimiento Köpskam, que no deja de ser una variante de la economía circular. El mundo ha vivido una época prodigiosa. Las ratios de libertad, alfabetización, salud, pobreza y renta per cápita han mejorado de forma ostensible los últimos siglos. El crecimiento de la población ha sido la palanca de crecimiento económico y el surgimiento de una clase media próspera ha sido el motor que lo ha acelerado desde finales del siglo XX. Este crecimiento económico está altamente correlacionado con los indicadores de salud y bienestar, como la esperanza de vida, la educación o el empleo, pero ha tenido efectos muy importantes en el consumo de recursos naturales y en la disminución del capital natural del planeta.

Quizás es cierto que estamos ante La Gran Aceleración que preconizaba el Nobel Paul Crutzen, para referirse a la época que estamos viviendo, y que se caracteriza por ser un tiempo en el que las actividades humanas han comenzado a provocar grandes cambios en el planeta, porque el uso que hacemos de los recursos va más allá de la capacidad de reposición. La pregunta es si es posible un desacoplamiento global entre el crecimiento económico y el consumo de recursos, y parece ser que hay pocas evidencias serias de que lo hayamos conseguido por lo que deberíamos repensar que se entiende por crecimiento y progreso.

En este entorno han aparecido movimientos ciudadanos que inciden en los  hábitos de consumo y que combinan la atención a las propias necesidades como personas/consumidores/ciudadanos con el objetivo de conseguir un futuro más sostenible. Movimientos como 'köpskam', que alude al sentimiento de vergüenza y de culpabilidad al comprar productos que no sean necesarios, o que no sean sustentables y sostenibles. Otro como 'trashed too fast' que facilita a los consumidores información para identificar aquellos productos que consideran que dejaron de funcionar demasiado pronto, o 'zero food waste', cuyo objetivo es reducir el desperdicio alimentario, nos indican algunas tendencias futuras que también van a ser relevantes en el ámbito político y social. Por otra parte, ante aquellos que defienden seguir como si nada hubiera sucedido, porque no hay alternativa en el mercado y la mundialización, y que cualquiera otra orientación está destinada al fracaso. 

Después de la crisis del financiera del 2008 empezamos a hablar de la nueva normalidad. Después de la Covid-19 volvimos a hablar de la nueva normalidad. Cuando acabe la guerra en Ucrania volveremos a hablar de nueva normalidad, como quien busca desesperadamente un orden y una seguridad perdidas que ya no volverán, porqué nada volverá a ser como antes, los nuevos tiempos no serán ni nuevos ni normales.

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