Vayan acostumbrándose a convivir con el simpático roedor. Las ratas no son lo que eran. Pronto acabarán convertidas en mascotas. Les pasará visita el veterinario, les compraremos ropita para que no se enfríen cuando las saquemos a pasear en invierno y veremos anuncios en televisión recomendando alimentos para que nuestra rata crezca sana y fuerte. También habrá concursos en los que los mejores ejemplares competirán a las órdenes de sus orgullosos propietarios para alzarse con el título al roedor más inteligente. Matarlas será delito. Las redes sociales se encarnizarán con el pobre incauto que haya sido grabado reventando a escobazos a la rata que corría por su patio.
¡Asesino! Inmediatamente comparecerá el ministro más verde del gabinete para explicar que siente un enorme dolor y una gran vergüenza ante tanta crueldad. Pero añadirá que su equipo ya está trabajando en una norma que garantice castigos severísimos para quien protagonice estos actos inhumanos. Que la rata es un mamífero, un ser sintiente con el mismo derecho que las personas a disfrutar del planeta y sus prebendas. También anunciará que no todo será represión. Habrá campañas de sensibilización para fomentar la convivencia entre roedores y humanos. Se dará visibilidad a los grandes beneficios mutuos que una buena relación puede reportarnos. Nosotros les proporcionaremos alimentación y ellas, a cambio, nos contagiarán de leptospirosis. Un trato justo.
Si han leído hasta aquí tienen todo el derecho a pensar que ando empachado de hongos alucinógenos. Lamento defraudarles. La plaga de ratas de la plaza Catalunya y los carteles que anuncian la presencia de roedores en prácticamente todos los parques de Barcelona no son casualidad. Suceden cosas similares en otros pueblos y ciudades. La UE viene sustituyendo desde hace tiempo el uso de los venenos efectivos para acabar por la vía rápida con las ratas por productos menos dañinos para el medio ambiente. Solo que estos resultan ser mucho menos eficaces. Matamos menos, tenemos más. El próximo paso –hay colectivos que así lo exigen insistentemente– será sustituir el veneno por pienso esterilizante con el argumento de que envenenarlas es cruel y abusivo. ¡Pobres!. Y pobres nosotros por tener que soportar, además de ratas, tanta estupidez. - Josep Martí Blanch.
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