EL FINAL DE LA ESCAPADA



Si sois muy aprensivos, o pesimistas congénitos, mejor que no leáis este artículo de Josep Oliver en la Vanguardia. El título no engaña y ya sabemos los fans de la nouvelle vague como acaba la escapada  de Belmondo.

"Extraños tiempos: la inflación está ahí, la recesión preocupa y la covid amenaza de nuevo la cadena mundial de suministros. Pero parecería que, una vez aceptado el cambio de ciclo, estas preocupaciones han dejado paso a otras más mundanas y soportadoras, bien en el debate político, bien en el deporte, definiendo una situación que podríamos calificar de pesimismo calmoso. Lamentablemente, detrás de ellos se esconden realidades más severas y, en particular, cuál será el curso futuro de la política monetaria del BCE. que la subida de tipos es lo que más preocupa al común, más relevante será el final de las compras de deuda pública y el inicio de la reducción del stock ya adquirido, algo que el BCE se ha comprometido a empezar a discutir en diciembre.

Se trata del inicio del fin de la escapada de la expansión monetaria (Quantitative Easing, QE), tanto en la eurozona como en EE.UU., Japón o Reino Unido. Un experimento monetario insólito que, en EE. hoy. Un salto gigantesco en este stock, nunca visto en la historia monetaria de EEUU, y que situará a la Fed en el ojo del huracán a poco que intente reducirlo, como señala Christopher Leonard en su más que interesante The Lords of Easy Money. How the Federal Reserve Broke the American Economy (2022). Mientras, se acumulan los indicios de que esta política ha generado efectos secundarios perversos, entre ellos el aumento de la desigualdad no es menor. De hecho, un trabajo relevante de abril de 2021 (Fabo et al, Fifty Shades of QE: NBER, Working Paper 27849) muestra cómo los economistas de los bancos centrales (y, por tanto, empleados en ellos) consideran que la QE ha sido más que positiva, opinión que no suelen compartir los académicos.

En cuanto a la eurozona, donde las compras de deuda aumentaron de los 30.000 millones de 2009 a los 1,6 billones de 2016 ya los 5,2 billones de 2022, conviene no perder de vista la experiencia de EEUU: en 2014 y 2019, la Fed intentó reducir el balance pero, al socaire de las caídas de los mercados, tuvo que desdigerirse de sus intenciones; ahora que dice que quiere intentarlo de nuevo, es palpable la inquietud sobre sus posibles consecuencias.

Un colega, del que admiro su sagacidad, me advierte que estos billones de deuda aparcados en el BCE, y que no circulan en los mercados (unos 500.00 millones solo en deuda española), acabarán convirtiéndose en deuda perpetua. Ojalá tenga razón, pero los signos de los tiempos no van. Por eso, estén atentos al debate que el BCE iniciará próximamente: por lejano que les parezca, nos afectará profundamente, sí o sí".

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