Juro por Snoopy que pensaba que era una inocentada. Incluso lo había publicado en Absurdidades y posteriormente borrado. Claro que Monzó siempre quita el zumo y el brezo a noticias surrealistas como ésta que, haciendo de periodista profesional he constatado y comprobado en otros medios. Y la noticia es cierta, estéticamente cierta, desgraciadamente cierta: Atentos a la evolución humana, el Ayuntamiento de Castellón de la Plana ha iniciado este diciembre una campaña de reciclaje de vibradores. Supongo que han calculado que, en la retahíla de fiestas que va de Navidad a Reyes, mucha gente renovará el arsenal que tiene en casa y se deshará de los viejos consoladores. Este simpático complemento personal ha habido desde el paleolítico. Hechos de madera, de piedra o de marfil, y recubiertos o no de cuero. En Lisístrata, Aristófanes les menciona a menudo. Pero la tecnología avanza y los actuales ya son pequeños electrodomésticos que, como van con baterías, a la hora de deshacerse de ellos deben llevarse al punto verde: en el punto verde, que lo llaman. Pero como, antes de dejar lo que sea que llevas, te preguntan qué es exactamente, mucha gente pasaría vergüenza. Por eso, para evitar que los tiren a cualquier contenedor de la calle, han situado a pequeños, específicos, para que los castellonenses y las castellonenses se deshagan disimuladamente. El eslogan de la campaña es "Si ya no te hace vibrar, el placer es reciclar". Dice Ignasi Garcia, concejal de Residuos, que han montado la campaña a petición de los comercios eróticos de la ciudad, que serán los que, después, se encargarán de llevarlos a las plantas transformadoras.
No soy partidario de deshacerme de los vibradores de forma tan poco elegante. Más o menos larga, ha habido una relación. Los viejos amores no se lanzan a la papelera de cualquier forma. Siempre puede haber, en un día inesperado, una reactivación del deseo y el consiguiente fututio en recuerdo de los viejos tiempos. Pero esto es mi opinión personal y en Castellón saben más de estas cosas. No es por casualidad que uno de los dulces más apreciados por los ciudadanos de aquella comarca naranja son las pelotas de fraile, una especialidad cuya receta les contaré otro día que no se acabe el espacio de esta columna, como me ocurre ahora. ¡Señor, envíanos a los bárbaros ya!
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