En su libro 'El mundo sin nosotros', Alan Weisman se preguntaba hace unos años cómo reaccionaría la naturaleza si los seres humanos desaparecáramos del planeta. Una de sus hipótesis era precisamente la de un virus específico que atacara a nuestra especie sin afectar a las demás, que no tardarían en invadir nuestros espacios desempleados: no les recuerda esto el mismo coronavirus y las primeras semanas de confinamiento, cuando los animales salvajes se aventuraban hasta el centro de las ciudades y volvíamos a oír los cantos de los pájaros en medio de un silencio de cemento y asfalto? La naturaleza nos ha enviado una pandemia para decirnos que, cuando nosotros no estemos, no tardará en recuperar sus hábitos milenarios y en volver a ser la que era.
¿Verdad que una ciudad como Nueva York parece sólida, consistente, hecha para aguantar el paso del tiempo? Pues si sus túneles del metro no se inundan es porque hay 753 máquinas bombeando agua constantemente. Si algún día desaparecieran los neoyorquinos y estas bombas dejaran de funcionar, las aguas subterráneas tardarían dos días en tragar la red de túneles. Después la falta de mantenimiento haría que estallaran tuberías, reventaran juntas, cayesen tejados. Las especies vegetales crecerían sin control entre los escombros y, con un suelo cada vez más rico en nutrientes, el incremento de la biodiversidad se ocuparía de hacer el resto. Resultado: en un período inferior a los dos siglos no quedaría ni rastro de Nueva York.
Por supuesto, en el medio rural el proceso sería mucho más rápido. Un ejemplo que menciona Weisman sobre la capacidad de la naturaleza para regenerarse es el de la zona desmilitarizada que separa a las dos Coreas, una franja de tierra de 240 kilómetros de largo por cuatro de ancho donde hace setenta años que el ser humano no pone el pie. La naturaleza se apresuró a recrear el hábitat primigenio, y muy pronto en aquella tierra de nadie encontraron refugio especies animales que en el resto de Asia estaban condenadas a la extinción. ¡Qué paradoja de que una sangrienta guerra fratricida y una posguerra interminable y atroz hayan dado lugar a una pacífica reserva para la fauna amenazada!
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