La Iglesia católica ha dado estos días una lección de serenidad, temple e inteligencia ante el drama vivido en la ciudad de Algeciras. Mientras algunos representantes políticos, entre ellos el jefe de la oposición, perdían los papeles, arrastrados por el agonismo de un año electoral en el que cada día parece que esté en juego el destino de España, los representantes de la Iglesia católica, tanto la Conferencia Episcopal Española, el episcopado local y los párrocos de Algeciras han pedido calma a la población, ante el asesinato de un sacristán y las heridas inflingidas a un sacerdote por un joven marroquí de 25 años, radicalizado ideológicamente por el yihadismo y posiblemente afectado por un trastorno psiquiátrico.

“No podemos caer en provocaciones, no debemos echar leña al fuego, no debemos hacer demagogias, ni identificar el terrorismo con ninguna religión y ninguna fe", ha declarado el secretario de la Conferencia Episcopal, César García Magán, obispo auxiliar de Toledo, recomendaciones que estos días no han seguidas por todos los líderes políticos que se declaran de inspiración cristiana.

La respuesta de la Iglesia católica española ante el asesinato de Algeciras está en consonancia con la línea seguida por la Iglesia de Roma desde que la posibilidad de una nueva confrontación entre cristianismo e islam se hizo visible en el mundo al iniciarse la crisis de los regimenes nacionalistas árabes con la aparición con la aparición de un fuerte integrismo islámico, movimiento religioso que no tiene una autoridad central como el cristianismo católico . El papa Pablo VI mantuvo una mirada muy atenta sobre los problemas de Medio Oriente después de la guerra del Yom Kippur (1973), que desencadenó la decisiva crisis del petróleo a escala internacional y empezó a poner en crisis a los regímenes laicos árabes. Juan Pablo II se negó a bendecir la Guerra del Golfo de 1990-1991 después de haber colaborado intensamente con Estados Unidos en la apertura de una brecha en Polonia que resultó mortal para el bloque soviético. El papa Karol Wojtyla también dijo no a la invasión de Irak en 2003. Tanto Pablo VI como Juan Pablo II querían proteger a las minorías cristianas de Oriente Medio, herederas de la primera evangelización, y eran conscientes del grave riesgo que entrañaba cualquier tentación de choque frontal con el Islam. En este contexto, durante el pontificado de Juan Pablo II volvieron a cobrar impulso las iniciativas de diálogo interreligioso, que el propio Papa acentuó durante la preparación del Jubileo del año 2000. Benedicto XVI fue un poco más frío ante al diálogo interreligioso, retomado con fuerza por Francisco. Mirada larga de la Iglesia católica: no plantear las relaciones con el Islam en términos explícitos de confrontación.

Esta línea de fondo de la Iglesia católica está siendo contestada por la denominada ‘nueva derecha’ que se proclama defensora de la identidad cristiana de Occidente. La contradicción la acabamos de ver resumida en el episodio de Algeciras. Mientras la jerarquía católica y el clero local se esforzaban por serenar la situación, Vox pretenda incendiarla y Alberto Núñez Feijóo cedía a la tentación del discurso supremacista para congraciarse con los electores más radicalizados de la derecha. Alejado del ciclo electoral, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, es uno de los políticos que ha mantenido la compostura.

La Iglesia católica ha dado una lección de inteligencia en Algeciras, días antes que tenga lugar la primera reunión de alto nivel en siete años entre los gobiernos de Marruecos y España - lavanguardia.com