Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento - 2.666 - Roberto Bolaño.
En la mañana del 10 de Julio de 1941, 60 vecinos católicos de Jedwabne se presentaron con machetes, cuchillos, hachas, palos, estacas y látigos en la Plaza del Mercado, lugar donde en esos instantes se congregaba un centenar de judíos: fueron linchados por sus vecinos, delante de todo el mundo. La primera víctima fue un joven de 22 años a quien, después de haberle dado una paliza y verlo moribundo en el suelo, uno de sus “amigos” del pueblo le asesinó, incrustándole una piedra de 14 kilogramos en el cráneo, tras decir: “Te he atizado bien, y ya no te volverás a levantar”. Posteriormente, decenas de ellos murieron a patadas y golpeados con porras o palos junto a la taberna, frente a la iglesia y sobre el camino a Lomza, otro poblado de la región. En la actualidad, en Polonia existe una disputa sobre las circunstancias del pogromo. No falta quien arguya que los responsables de semejante atrocidad fueron los alemanes, e incluso afirme que la mera mención de la participación polaca en la matanza es una calumnia para, sencillamente, deshonrar a la nación polaca. Pese a esta oposición, los historiadores polaco-judíos que han investigado esos hechos a profundidad ―como Jan Tomasz Gross y Anna Bikont― han encontrado poco lugar para la duda: los polacos fueron completamente responsables de la planeación y la puesta en práctica de semejante atrocidad .En 2001, a los sesenta años del pogromo, Jan Gross ―quien en la actualidad también tiene la nacionalidad estadounidense― publicó un libro sobre el suceso: Vecinos: la destrucción de la comunidad judía en Jedwabne, Polonia; en él, asevera la responsabilidad de los habitantes polacos locales, y desestima la de los nazis a quienes siempre se les había considerado como los autores. El 26 de mayo de ese mismo año, el Papa Juan Pablo II celebró una misa por las víctimas del Pogromo Jedwabne. Finalmente, el 10 de julio de 2001, justo sesenta años después de la tragedia, el entonces presidente de Polonia, Aleksander Kwansiewski, pidió perdón oficial con el siguiente discurso: “En estos momento, en tanto que hombre, ciudadano y presidente de la República de Polonia, pido perdón en nombre de aquellos polacos cuyas conciencias sienten remordimientos por este crimen”.Sin embargo, el esclarecimiento completo de los hechos en pro de las víctimas aún no se ha dado.
Lo explica el investigador sabadellense David Serrano, experto en el Holocausto y campos de concentración. Durante cuatro años, ha recogido dos mil documentos judiciales en polaco de entre 1946 y 1974, ha hablado con unos 200 testigos y ha pisado el terreno donde todo sucedió. La investigación, que pone nombres y apellidos a víctimas y verdugos de la masacre, puede leerse en formato de novela de no ficción, tras el título Jedwabne". Una historia universal (Editorial Base).
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