Esta expresión se le acredita generalmente a Andy Warhol, que la incluyó en estas palabras “En el futuro, todos serán famosos mundialmente por 15 minutos”, pronunciadas en un programa para la exhibición de su trabajo realizado en 1968 en el Moderna Museet en Estocolmo, Suecia. El fotógrafo Nat Finkelstein señala que él fue quien creó esta expresión, diciendo que estaba fotografiando a Warhol en 1966 para un libro que le había propuesto. Una multitud que se dio cita en el sitio intentaba retratarse con las fotografías y Warhol supuestamente remarcó el hecho de que todo el mundo quería ser famoso, a lo que Finkelstein replicó, “¡Claro Andy!, por quince minutos”. La expresión se utiliza a menudo para referirse a personas en la industria del entretenimiento u otras áreas de la cultura popular.
No es éste el caso de Ramón Tamames, que hoy se presta a un espectáculo grotesco que no necesita, para concluir el relato de su vida, en beneficio de un partido de extrema derecha como Vox. Tamames fue activista durante el franquismo, miembro del comité central del PCE, asesor de los pactos de la Moncloa, diputado en el Congreso, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid con Enrique Tierno Galván o fundador de Izquierda Unida. Después, su carrera política fue deslizando suavemente hacia la derecha e incluso militó en el CDS de Adolfo Suárez, pero su talla intelectual le llevó a recibir el premio Espasa de Ensayo o el premio Jaume I de Economía. E incluso es miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Dicho de otro modo, no necesita los quince minutos de gloria que Andy Warhol reclamaba para todos. Entonces, ¿por qué Tamames se presta al espectáculo de una moción de censura extemporánea? Es evidente que Santiago Abascal y los suyos, no esperan derribar al Gobierno, sino conseguir visibilidad mediática para atacar a la izquierda y, a la vez, intentar debilitar al PP, que ya ha dicho que se abstendrá en la votación.
Tamames puede parecer el protagonista de la frase de Warhol. Tendrá al final de su vida sus quince minutos de gloria. El discurso habrá que escucharle con atención, será el epílogo del parlamento de Abascal con el que se abrirá la sesión. Y mientras ya sabemos lo que dirá Abascal, de Tamames, quizás en vano, esperamos una lección magistral que quede para la historia. Algo me dice que posiblemente así será, aunque ve tú a saber, cada uno ennoblece o mancha su historia como cree que debe hacerlo. Pero Tamames debería regalarse a sí mismo, un final digno, y es por eso –quizás– que ha aceptado el encargo de Abascal. La respuesta, hoy o mañana.
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