CUANDO VENGAN A BUSCARME



El PP y Vox quieren garantizar la “libertad de memoria”. El concepto se refiere a la derogación de la ley de Memoria Histórica. Es un buen reflejo –uno más– de la peligrosa deriva de esta alianza, ahora que todo está documentado, registrado y reproducido hasta la saciedad, ahora que se diría que el olvido es imposible, por más que estos dos partidos lo intenten. Ya sabemos que casi todos los partidos se desdicen apenas unas horas después de que las hemerotecas hayan recogido para siempre promesas como que, si no son la lista más votada, irán a la oposición, o que jamás de los jamases pactarán con los que han acabado pactando.

Una mentira solo se sostiene cuando quien la fórmula recuerda lo que dijo mejor que su receptor. Pero está claro que el votante aún no ha tenido tiempo de olvidar lo que aseguraron los candidatos justo antes de las elecciones y las investiduras. Nadie es tan tonto como para dejarse engañar, ya sabemos que va a suceder, salvo honrosas excepciones como en Extremadura. Siempre ha sido así, y a pesar de ello seguimos votando.

El futuro se construye a partir de la memoria, de la que hoy tenemos más evidencias que nunca, y no se puede eludir la misma y menos aún negarla. La reparación empieza a ser urgente, y en las cunetas quedan aún demasiados huesos por desenterrar. 

No ayuda en nada una lona como la de la fotografía que han colgado los obscenos de VOXen Madrid. Me retrotrae automáticamente al anticipo de una noche de cristales rotos. Avisados estamos, como en el poema de Martin Niemöller: Cuando vengan a buscarme, no habrá nadie más que pueda protestar.

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