Siempre hay una carta que no llega, una explicación, un porqué que se queda en el fondo de un buzón o de una oficina de Correos. Son las cartas que se escriben y no se mandan. Las que se dice que no han sido recibidas. Las que quizás lleven dentro que te siguen queriendo o que lamentan haber blanqueado a la extrema derecha. Esas cartas, ese tipo de cartas. Cartas que Núñez Feijóo negaría haber escrito, haber recibido, no sé de qué me hablan o revise sus notas, periodista.
Recuerden el otro día en televisión. También allí la culpa la tenía un cartero. Concedamos que una supuesta inexactitud en el debate, que Carlos Alsina ya le señala como mentira días después, la mantiene ante Silvia Intxaurrondo, proyectando sobre esta, la sospecha de que es ella quien miente. Núñez Feijóo dispara, impávido, su mentira en quien dice la verdad. Con tanta seguridad que genera dudas, del mismo modo que hace un maltratador sobre su víctima. Hacerte dudar de lo que sabes cierto, manipular tu realidad, le permite encerrarte en el delirio de quien miente como su mejor manera de decir la verdad.
Este domingo, votar tener a la extrema derecha para el gobierno de tu país no será responsabilidad del cartero. Será nuestra. Y la extrema derecha no es solo VOX, que solo es el brazo armado de la otra extrema derecha, el Partido Popular.
Feijóo ayer: “Yo no miento. En ningún sitio. Si miento, me echáis del gobierno y del partido. Empeño mi palabra en que jamás voy a engañar”
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