En un sentido amplio el término underdog se refiere a la discriminación, precariedad o persecución que sufre un determinado grupo social motivo por el que se ganaría la simpatía de la opinión pública. Ésta desarrollaría un sentimiento de solidaridad hacia la persona o personas más débiles debido a que pierden o están en posiciones de desventaja. Pese a no existir una traducción que ilustre el concepto en su totalidad en castellano se conoce como el efecto «del no favorito», «el segundón» o «el eterno perdedor» y se sustenta en la idea de que ciertas personas suelen identificarse con la parte débil.

En un ámbito político el efecto underdog encuentra su explicación en contraposición con el término bandwagon en el que un grupo social aparece como claro vencedor lo que provoca que la opinión pública se sume a la idea colectiva de estar próximo a las ideas del ganador por miedo a quedarse aislado en lo que se conoce como la Teoría de la Espiral del silencio (Noelle-Neumann, 1984).

En este escenario, la imagen que proporcionan los medios de comunicación de masas son fundamentales ya que son los que ofrecen una visión del conflicto a la opinión pública y esta hará una clasificación entre quiénes son los ganadores y los perdedores. Esto también sucedería con la publicación de encuestas donde los ciudadanos encontrarían las dinámicas ganador vs. perdedor de manera muy clara.

En un contexto político el efecto underdog se refiere al sentimiento de lástima que despierta un partido político o candidato que ante la competición tiene pocas posibilidades de ganar lo que despierta la simpatía de los ciudadanos. La lástima que pudiese suscitar entre el electorado puede convertirle en un ganador inesperado o upset. Por tanto, aunque el término a priori pudiese parecer negativo es justamente esa debilidad la que despierta sus simpatías.

La condición de underdog no es estática ya que en función del contexto un grupo social podrá ser considerado como perdedor o como ganador. Muchos son los ejemplos a lo largo de la historia sobre la solidaridad que despierta un determinado grupo social y como éste gana o pierde la condición de underdog en función de los distintos contextos.

Es por esto por lo que en la actualidad tanto el underdog como el bandwagon se han convertido en tácticas que grupos sociales, partidos políticos y candidatos se apresuran a forzar para poder obtener los beneficios que proporcionan.

Curiosamente, la 'derrota' del Presidente Sánchez en el debate televisivo en Antena 3, ante el candidato Feijóo, podría activar el efecto underdog a su favor,  más que el rifirafe de Feijóo en TVE.