En verano, las gafas de sol protegen la retina. Ahora bien, los que tenemos surcos morados y bolsas de ojos, síntoma inequívoco del paso del tiempo y de otros excesos, utilizamos las gafas de sol principalmente como máscara piadosa. Con ellas, disimulamos la devastación. Por supuesto: son los jóvenes apolos y las ninfas influyentes quienes se colocan las gafas oscuras de forma magnífica, reflexiona Antoni Puigverd en la vanguardia. El esbelto Bjørnar Moxnes no es actor, sino líder del Partido Rojo de Noruega. Se probó unas gafas Hugo Boss en la tienda duty free del aeropuerto de Oslo. En el vídeo de seguridad de la tienda lo vemos colocándoselas con un estilo que ni el Brad Pitt de Telma y Louise. El joven diputado ocultó las gafas de sol en el bolsillo y se fue sin pagar. Como era de esperar, la tienda publicó las imágenes. Escándalo. El pobre Bjørnar, dominado por el pánico, desapareció del mapa. El lunes regresó para anunciar su dimisión. La frase con la que ha intentado explicarse es de una sinceridad entrañable: “Muchos me han preguntado por qué hice algo tan estúpido, pero no he encontrado una respuesta adecuada”.

A veces, la estupidez de un gesto pesa más que la gravedad del hecho

La revista internacional Politico se ha hecho eco del caso y lo ha complementado con un reportaje sobre dimisiones forzadas por miserias y errores parecidos. Un diputado esloveno robó un sándwich en un súper. Un colaborador de Sarkozy gastó 12.000 euros en habanos. Un diputado ultra húngaro, carca famosísimo, fue atrapado en Bruselas, en plena pandemia, junto a 20 hombres desnudos. No podía faltar Cristina Cifuentes, forzada a dimitir cuando se publicó el vídeo del robo de una crema facial. 

A veces, la estupidez de un gesto pesa más que la gravedad del hecho. Molière dedicó a ello su primera comedia, L’étourdi, traducible como “el tarambana”. En ella, un criado pronuncia un buen consejo para casos como el del político noruego: “Los errores más breves son los mejores”.