EL PECADO DE LA IGLESIA



La Iglesia católica tiene una grave mancha por los casos de pederastia que se han producido en diferentes diócesis de todo el mundo y, especialmente, por los muros de silencio que se han construido a su alrededor. Sectores católicos afirman con razón que casos de abusos a niños se han producido también en muchas instituciones escolares no religiosas y que el foco está puesto solo en la Iglesia, y que son víctimas de una gran campaña mediática internacional. Pero esta realidad no puede tapar el tremendo escándalo de tantos excesos cometidos durante tantos años y que afectan a tanta gente. El Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, presentó ayer el informe circunscrito a España y que es demoledor porque afecta a más de 400.000 víctimas desde los años cuarenta del siglo pasado, una cifra realmente inaudita.

No es un tema placentero, pero la sociedad española es hoy más fuerte que ayer si es capaz de abordar a fondo y con total libertad estos casos que fueron ocultados por una mala praxis religiosa. La Conferencia Episcopal Española se pronunciará el próximo lunes después de estudiar a fondo el informe de 770 páginas presentado por el Defensor del Pueblo, aunque el pasado junio ya hizo acto de contrición y pidió perdón por los 728 casos que descubrió y que afectaban a 927 víctimas. Éste es el camino. La diferencia entre el número de afectados por la investigación eclesiástica y la que presentó ayer Gabilondo es excesiva: 927 frente a más de 400.000. Sin embargo, aunque nos quedáramos con la cifra más pequeña, el pecado existe, y la voluntad de esconderlo también. Justamente el informe del Defensor pone el énfasis en la poca colaboración que ha encontrado en algunas diócesis para desarrollar su labor.

La victimización de la Iglesia católica por sentirse criminalizada por determinada prensa y partidos políticos no es motivo suficiente para no colaborar en la investigación ni para mirar hacia otro lado. Esperamos que el lunes la Conferencia Episcopal aproveche la oportunidad para reconocer los errores y ayudar a las víctimas. Será la mejor prueba de los valores cristianos.

El presidente de los obispos españoles, Juan José Omella, afirma que "las cifras extrapoladas por algunos medios son mentira y tienen intención de engañar". Su mensaje, que incluye un párrafo sobre el catecismo, el pecado y la necesidad de purificación, acaba diciendo: “Nunca nos cansaremos de pedir perdón a las víctimas y de trabajar por la sanación”. Los abusos infantiles sostienen otras fuentes consultadas, no se dan sólo en el ámbito eclesiástico. De hecho, la mayoría tiene lugar en la familia, de acuerdo con las mismas informaciones facilitadas por Àngel Gabilondo. El Defensor del Pueblo se negó a dar números exactos, aunque reconoció que la institución que dirige encargó una encuesta a la empresa demoscópica GAD3, que entrevistó a 8.013 mayores. El 0,6% de estos encuestados, es decir, unas 236.000 personas si el porcentaje se extrapola al total de la mayor población española, dijo que ha sufrido abusos por parte de algún sacerdote o religioso. Un 1,13% de los entrevistados (el porcentaje que más llamó la atención a Defensor del Pueblo) aseguró que la agresión se produjo “en el ámbito religioso”, lo que elevaría la cifra a más de 445.000 personas.

De todo esto se puede deducir que el sr. Omella es un caradura que niega la mayor con aquello tan manido en política del... y tú más, Olvida el sr. Omella, la cantidad ingente de gente que por miedo no ha denunciado abusos de pederastas de la iglesia, y se refugia el muy cínico en el que la mayoría de violaciones se producen en el ámbito familiar, que pese a ser cierto no justifica las barbaridades cometidos impunemente hasta hace poco por miembros de la Iglesia católica. Un Omella que entre otros encubrió los abusos del pederasta Amadeo Elcoso. Lo que digo, un caradura al que le sería mejor permanecer callado, aunque fuera por respeto a las 445 mil víctimas de su secta.

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