La leyenda explica que Juan Ponce de León, fundador de Puerto Rico y primer europeo en pisar territorio norteamericano, partió en 1521 hacia Florida -por segunda vez, la primera fue en 1513- en busca de la fuente de eterna juventud. Según dicen, había escuchado que en algún lugar del actual 'Estado del Sol' había una fuente a la que los indios de todo el continente acudían para rejuvenecerse varios años. Aunque algunos lo vinculan a un sitio llamado Warm Mineral Springs, en el sureste de donde ahora es la ciudad de Sarasota, los documentos oficiales de la época no evidencian ningún descubrimiento al respecto. Heródoto también menciona una fuente que rejuvenece de forma mágica en su tercer libro de las Historias. En este caso, es necesario remontarse hasta el siglo IV antes de Cristo.
La clave de la vida eterna ha sido uno de los deseos de la humanidad en las distintas épocas y civilizaciones. A medida que han ido pasando los años, y gracias al increíble desarrollo de la ciencia en los últimos tiempos, parece que el objetivo de vivir un sinfín de años ya no es tan utópico como parecía. Parece que los 'senolíticos', unos fármacos que se dedican a destruir células muertas, han empezado a posicionarse como los mejores candidatos para conseguirlo. Estas células muertas son las responsables, además del envejecimiento, de causar enfermedades terminales como el cáncer.
Ya no se trata sólo de vivir más años, sino de alargar la vida y hacerlo con una calidad de vida aceptable. Hasta ahora, se tenía en cuenta sólo lo que se conoce como lifespan. Es decir, la cantidad de años que podíamos llegar a vivir. Recientemente, el término acuñado como healthspan ha empezado a tomar mayor protagonismo. La traducción literal es "el número de años que alguien vive o puede esperar vivir con una salud razonablemente buena". Es aquí donde está el verdadero reto de la ciencia de hoy.
"La primera persona que se tome una píldora para envejecer menos ya ha nacido". Estas palabras son de Salvador Macip, director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) y catedrático de medicina molecular por la Universidad de Leicester. Nos atiende desde su despacho en Reino Unido, donde combina parte de su actividad de investigación con la dirección y la coordinación de los estudios de máster y doctorado en Barcelona. Aunque los estudios sobre la efectividad de los senolíticos todavía se encuentran en una fase muy inicial, Macip afirma que la carrera por encontrar un fármaco que minore el envejecimiento ya ha comenzado. Y estamos más cerca de lo que pensamos.
En 2011 ya se demostró que los 'senolíticos' tenían efectos antiedad en ratones. Eso sí: eran animales modificados genéticamente. "En los humanos todavía no podemos hacer modificaciones genéticas, por lo que la solución radica en encontrar un fármaco lo suficientemente avanzado para que tenga un efecto similar en el cuerpo", dice Macip.
A la pregunta de si cree que seremos capaces de vivir mucho más a corto plazo, el director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) asegura que “si conseguimos desarrollar estos fármacos de forma óptima, no es nada descabellado pensar que alguien podría llegar a vivir hasta los 130 o 140 años con una salud razonable”.
Además del éxito de los animales modificados genéticamente, las primeras pruebas con fármacos en esos mismos animales fueron un éxito. El equipo de investigadores dirigidos por James Kirkland, de la prestigiosa Mayo Clinic (Rochester, Mineápolis), vio cómo los ratones a los que se les suministraba el fármaco vivían hasta un 36% más en comparación con los que no lo recibían , y con una calidad de vida más que aceptable. Se trata de los fármacos dasatinib y querceten. Según apunta Macip, por ahora, "en humanos sólo se recetan en combinación con otros tratamientos contra el cáncer". Los efectos secundarios, además, son todavía demasiado agresivos. - Marc Solanes en la vanguardia.com
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