Como en general solo sabemos quejarnos y despotricar contra nuestros respectivos gobiernos, en el sentido de que no hacen nada contra el cambio climático, etc etc, bueno es saber y destacar que al menos algunos, y yo añadiría que unos cuartos, se están  moviendo en el campo de las energías renovables en la buena dirección. Quizás nuestros representantes de aquí, deberían de tomar nota de lo que se está haciendo en Chile.
En el desierto de Atacama, el más árido del mundo ubicado en el norte de Chile, opera la única torre termosolar de América Latina, símbolo a su vez de una revolución energética en ciernes contra el cambio climático. La imponente construcción de 240 metros es uno de los pilares del ambicioso programa chileno de energía verde que empezó en 2019 y pretende sustituir por completo los combustibles fósiles hacia el año 2040.
La torre de Cerro Dominador está rodeada de 10.600 espejos o heliostatos que forman una suerte de girasol a sus pies. Las prometedoras sales solares circulan por ductos semejantes a arterias que conectan con la punta de la estructura, donde los espejos que reflejan la luz solar las calientan hasta 565 ºC. Luego, bajan por esas mismas cañerías hasta unos contenedores de agua que generan el vapor que mueve la turbina, que a su vez produce la electricidad.
Hoy el 35,4% de la energía generada en Chile es eólica y solar, y el 37,2% proviene de fuentes hídricas en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), que cubre la gran mayor parte de la demanda. El petróleo, el carbón y el gas representan el 26,9%. Esto es lo que se llama trabajar para un futuro mejor y más limpio.