¿Quién fue el auténtico cerebro? ¿La planificación del atentado fue sólo obra de ETA?, inquiere Manuel Cerdán en la novela Matar a Carrero. ¿Es lógico que el sumario conste de poco más de tres mil folios, cuando merecería decenas de miles? ¿Por qué se cierra la investigación el 11 de mayo de 1977, con un acto «desolador», y solo tres de los inculpados -Wilson, Goiburu y Ezquerra fueron a prisión? El periodista habla de "conspiración".
El ogro de las cejas gruesas. - Pese a su talante inmovilista -compartía con Franco la obsesión por el contubernio marxista y judeomasónico-, Carrero apoyó al Opus frente a la Falange y pretendía seguir con todo detalle la «hoja de ruta» de una sucesión con el Príncipe Juan Carlos de protagonista, ignorando al lobby de Carmen Polo/Martínez-Bordiú que postulaba la alternativa del duque de Cádiz.
Más preguntas. ¿Por qué el SECED, creado por Carrero y dirigido por el teniente coronel San Martín, no detecta a unos etarras que habrían podido matar al almirante en cualquier misa matinal? A López Rodó le sorprende que los servicios de seguridad del Estado «no tuvieran información sobre una galería subterránea que venía excavándose durante varias semanas bajo una calle por la que pasaba a diario el presidente del Gobierno... y que los servicios de inteligencia estadounidenses tampoco hubieran detectado una excavación que se realizaba a menos de cien metros días antes de la venida del secretario de Estado, Henry Kissinger».
En el Ministerio de Gobernación mandaba Arias Navarro, candidato del búnker falangista-militar para recuperar la iniciativa. La ultraderecha y el antifranquismo celebraron la muerte del almirante. Los primeros, para alterar el orden sucesorio; los segundos, agradeciendo que ETA acabara con el ogro de las cejas gruesas. Si algo «aceleró» ETA fue la presidencia de Arias Navarro y la ejecución de Puig Antich. ¿Quién mató a Carrero Blanco?. ¿Es cierto que ninguno de los tres Lopeces que alguno de ellos cada día le acompañaban a Misa ese día se durmieron?.
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