A menudo se atribuyen a Pedro Sánchez dotes maquiavélicas. Claro error de quien no ha leído al florentino, o si lo ha leído no lo ha entendido. Maquiavelo es un personaje a menudo malentendido en España. A principios del siglo XVI, Nicolas Maquiavelo sentó las bases de la autonomía del pensamiento político respecto al pensamiento religioso. Con Maquiavelo, la relación entre gobernantes y gobernados comienza a explicarse como una realidad en sí misma, sin intervención de lo divino. Maquiavelo fue una enorme figura intelectual que en España seguimos confundiendo muchas veces con la simple astucia. Quisiera ya ser maquiavélico Sánchez en estos momentos, ya que es posible que en un arrebato de subjetividad y sentimentalismo haya cometido un serio error político. No será fácil que el liderazgo socialista salga fortalecido de ese episodio, aunque la espuma de los días sea hoy favorable al presidente. Los suyos están movilizados y posiblemente tendremos noticia de ello en las próximas elecciones catalanas. Creo que no es necesario dibujar un croquis sobre la ofensiva en marcha contra la mujer del presidente, Begoña Gómez. Sánchez parece haber optado por proteger a su mujer y salvar a su matrimonio al ver a su mujer bajo ataque. Es una reacción que le honra, una reacción profundamente humana. Parece increíble que ese político que no hace ni un año salió a por todas se haya vaciado en nueve meses. La primera reacción en su carta fue este tuit de Jordi Évole: “Si dimite, se va a lo grande, desmontando su apego al poder. Si no dimite, se convierte en el líder contra la política basura. Siempre gana. Y lo saben”. Es una expresión de los tiempos que vivimos. Los políticos siempre son un reflejo de la sociedad. Cada vez será más difícil combinar sociedades hedonistas en las que la vida privada ha cobrado un gran valor, con dirigentes políticos espartanos dispuestos a soportar mucha presión durante largos períodos de tiempo. Tres días después de un resultado electoral que parecía hecho a la medida del PSOE como factor de estabilidad, Sánchez esconde dimitir. El lunes deberá dar explicaciones y éstas no podrán ser sólo de carácter subjetivo. Misterios de la política española en tiempos de la máxima aceleración de la historia. La dimisión en diferido es un claro ejemplo de ello.
Enric Juliana sostiene que Pedro Sánchez ya se ha ido, aunque el lunes anuncie su continuidad al frente del Gobierno, una vez concluido el período de reflexión de cinco días anunciado por él mismo el pasado miércoles. Aunque siga en el lugar, después de haber provocado estos días un debate público agitado sobre los límites de la agresividad política en España, Sánchez habrá empezado a marcharse en la medida en que ha enviado una señal de debilidad a una sociedad acostumbrada a la verticalidad del poder y a medir la calidad de sus gobernantes por el grado de resistencia a la adversidad.