EL RÍO DE LOS NIÑOS ESPANTAPÁJAROS

El cambio climático altera a los patrones de lluvia y hace que los pájaros devoren los cultivos de arroz en Senegal y Mauritania.  

De sol a sol. Alpha Issa, de 14 años, trabaja de siete de la mañana a siete de la tarde en el cultivo de arroz de su familia en Guia (Senegal). Su misión es asustar a los pájaros que, debido al retraso de las lluvias, cada vez vienen antes y se quedan más en los campos. Alpha Issa, de 14 años, levanta su delgado brazo hacia atrás para coger empuje y catapulta una piedra de barro seco hacia el arrozal. La roca sobrevuela una capa de brotes verdes hasta aterrizar junto a unos pájaros rechonchos y de plumaje rojo llamativo, que apenas se inmutan. Alpha arranca a correr hacia ellos. Pica de manos y ulula hasta que los animales se alejan. Volverán. Por lo menos hasta que lleguen las primeras lluvias.

Los campesinos del valle del río Senegal, frontera natural con Mauritania, esperan el agua con la angustia a que su cosecha desaparezca de un día a otro. La culpa está en las nubes. El cambio climático ha alterado a los patrones de lluvia y ha retrasado los primeros chubascos de mayo hasta finales de julio. Si antes las aves granívoras permanecían unas semanas, ahora se quedan casi todo el verano y pueden devorar hasta el 40% de los cultivos. Son las cinco de la tarde y el bochorno castiga con fuerza el mosaico de arrozales que tiñen de verde las dos orillas del río. 

El calendario marca mediados de julio y todavía no ha caído ni una gota este año, por lo que los campos de arroz son el único sitio fértil en kilómetros. También el único refugio. "Las aves se concentran en los arrozales porque no hay nada más alrededor", explica Laure Tall, investigadora en la Iniciativa de Prospectiva Agrícola y Rural (IPAR) de Dakar. "Si todo está seco porque no ha llovido, los campos son los únicos sitios donde hay comida", explica. 

Desde el margen de su campo, Silaye Bocar Wade, de 60 años, observa nostálgico cómo el Alpha corre detrás de los pájaros. “Era maravilloso pasar el día aquí, me enseñó la cultura del esfuerzo y defender a la familia”, recuerda.  Hace medio siglo, cuando Silaye custodiaba aquellos campos, era distinto. “No había tantos pájaros ni durante tanto tiempo. Ahora en unas pocas horas se puede comer perfectamente toda la cosecha”. Las cifras confirman sus sospechas. 

En el valle del río Senegal, las aves provocaban hace una década, en promedio, la pérdida del 13,2% de la producción de arroz y daños de hasta 10 millones de euros, según un estudio publicado en la Revista de Economía Agraria en 2012. Ese año los gobiernos de Senegal y Mauritania firmaron un acuerdo para hacer frente al problema de los pájaros de forma conjunta y realizar operaciones de fumigación y monitorización. Pero los esfuerzos no han evitado que el problema se agrave. Y en la última década el cambio climático lo ha exacerbado aún más. "Ha aumentado la variabilidad de lluvias y la sequía prolongada", explica Cheikh Oumar Ba, director ejecutivo de la IPAR. Y los pájaros lo han aprovechado. El pasado año arrasaron 19.000 de las 50.000 hectáreas de arroz del delta del río Senegal. El 38% de la cosecha se estropeó en el momento de cosecharla, denunció la Sociedad de Ordenación y Explotación de las Tierras del Delta del Río Senegal (SAED). "El clima es mucho más inestable y perdemos la capacidad de preverlo y anticiparnos", añade Cheikh. Esto no solo amenaza la soberanía alimentaria de Mauritania y de Senegal, que depende en gran medida de la producción de arroz, sino que deja una generación de campesinos sin recursos para devolver las deudas, ya que muchos agricultores piden préstamos para comprar semillas, fertilizantes o alquilar maquinaria. A pocos kilómetros del campo del Alpha, Oumar Mamadou Ba y Mamadou Demba Sy, de 20 y 30 años, también pasan el verano asustando pájaros. Este año han optado por vivir junto a sus cultivos hasta que lleguen las lluvias. Su hogar provisional son cuatro troncos que sostienen, a medio metro del suelo, un techo de hoja seca que les hace sombra. Después de un 2023 devastador, este año extreman precauciones: su padre, Mamadou Oumar Ba, depende de la cosecha para pagar el alquiler del campo. "Necesitamos que esta temporada salga adelante", confiesa el progenitor. Desde las oficinas de la IPAR, Laure Tall enmarca la cuestión: "Por un lado hay un aumento de las temperaturas medias y más episodios de calor extremo, y por otro, la temporada de lluvia cada vez es más corta". Cae una cantidad similar de agua pero en menos días, causando la erosión de la tierra y perjudicando los cultivos. "Es en ese momento que el agua se convierte en un elemento negativo en lugar de positivo". También hace más calor. La temperatura media en la cuenca del río Senegal ha aumentado un grado y medio desde la era preindustrial y se espera que suba dos grados más en el próximo siglo. 


Muchos menores permanecen hasta 12 horas diarias asustando a los pájaros para que no destruyan los cultivos familiares


Cuando el pequeño, Alpha Issa, sea viejo, la precipitación en la región habrá caído a la mitad, según las previsiones para finales de siglo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático. El campo que ahora custodia será aún más vulnerable. Sin una acción significativa, el futuro de la región es incierto.  Quizá entonces un ejército de niños de espantapájaros como Alpha no será suficiente.  

Laura Aragó/Èlia Borrás/Xavier Aldekoa, en lavanguardia. Guia Senegal 20/08/2024 - 


En el río de los niños espantapájaros, estos, en la foto, sonríen, con esa sonrisa franca de la gente humilde, de la gente sencilla, a pesar de las adversidades y las dificultades del día a día.
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