Antonio Maíllo: “Quien no quiera unificar la izquierda, que se retrate” Entrevista en la Vanguardia. El coordinador general de IU celebra la corrección del rumbo por parte de Sumar tras el 9-J, pero apela a un reagrupamiento del espacio con “todos dentro”


Con cinco diputados en el grupo parlamentario, y una ministra sentada en el Consejo de Ministros, Izquierda Unida está capitaneando el impulso legislativo de Sumar firmando dos tercios de las leyes registradas por el espacio confederal en lo que va de legislatura. Pero el temor a que el paso a un lado dado por Yolanda Díaz sea insuficiente para frenar el retroceso electoral experimentado desde el 23-J ha empujado al coordinador general de IU, Antonio Maíllo (Lucena, 1966), a coser las alianzas a la izquierda del PSOE.

El resultado del 23-J no era un patrimonio permanente sino una reacción coyuntural”

Sumar ha dado por buenas las explicaciones del presidente del Gobierno por el caso Koldo. ¿Le preocupa que alguno de los tentáculos afecte al Gobierno?

Claro. Tenemos que ser muy firmes y debemos actuar de manera proactiva y sin ningún tipo de matiz en la lucha contra la corrupción. Pero, desde esa preocupación, vamos a esperar al informe de la UCO que espero sea creíble y que no pase como con el de la UDEF y el caso Neurona –causa abierta contra la cúpula de Podemos y recientemente cerrada– en los tribunales. Las instituciones se juegan mucha de su credibilidad.

No podía ser de otra manera. Y no solo porque obedece a una obligación del acuerdo de investidura, sino porque la propia realidad del país obliga a ese eje social. Fíjese que hasta en Catalunya se ha producido una especie de transferencia de lo identitario a la materialidad. Ese esquema es un acierto en la medida en que obedece más a las demandas sociales.

¿Cuál de todas urge más?

La vivienda es la chispa del malestar social que existe. La complejidad del problema obliga a que las medidas sean audaces.

¿Qué abordaje plantea?

Hace falta cirugía radical. No hay que tener miedo al control del precio del alquiler ni a la intervención del mercado, porque el Estado no puede dejarle un derecho humano, como la vivienda, al mercado. Pero también hay que hablar de expropiación a los grandes tenedores si hace falta.

Llegó al liderazgo de IU en junio y con el pacto con Sumar implementado. ¿Está cómodo?

No se trata de comodidad, se trata de cumplir una función al servicio de la izquierda del país. Al servicio de los trabajadores y trabajadoras. Mi función está muy clara. Contribuir y crear las condiciones para que podamos ampliar el espacio unitario y así continuar construyendo un país de derechos y no de derechas.

¿Eso pasa por el retorno de formaciones como Podemos?

Nuestra posición es bastante clara: Todos dentro. Ahora invitamos a que el resto de las formaciones también se definan al respecto. Y quien crea que es mejor la división y que cada uno vaya por su cuenta, que lo diga ante la sociedad. Que se retrate.

A la vista del retroceso electoral que ha sufrido el espacio, ¿Qué no se ha hecho bien?

Sin estar en primera línea, he percibido que se hizo una lectura errónea de los resultados del 23-J. Se pensó que esos resultados eran un patrimonio permanente de Sumar sin asumir que aquello fue una reacción coyuntural ante la amenaza de un gobierno PP y Vox que movilizó a la izquierda.

Desde IU interpelamos a la ciudadanía para dejar de estar a la defensiva escandalizándose por lo que diga la derecha y pasar a la ofensiva hacia un proyecto de país que induzca a la esperanza frente al miedo.

¿Y en la gestión de la coalición?

Desde ese error de base se hizo una toma de decisiones unilaterales y absolutamente verticales, y no participativas. Pero tras el golpe de realidad del 9-J ha habido una cura de humildad y un análisis. Y, aunque no sea muy oportuno decirlo en términos públicos, esa es la base para hacer las cosas bien. Hay elementos que lo evidencian, como una mejor articulación del grupo parlamentario o la puesta en marcha de debates más participativos sobre los presupuestos generales del Estado o el abordaje del sistema de financiación autonómica.

Sumar tiene pendiente su asamblea de diciembre. ¿Qué tipo de renovación espera tras el paso dado por Yolanda Díaz?

Sumar no es mi partido. No voy a opinar, pero les deseo suerte.

La extrema derecha avanza en Europa y en España crece con Alvise. ¿Qué análisis hace?

Veo cuatro elementos de diagnóstico. Una desindustrialización desde hace 30 años que lleva a la precariedad. Políticas de austeridad que alejan a las clases trabajadoras de las instituciones. Una confusión en la propia izquierda, donde ya hay fuerzas en Europa otanistas. Y una suerte de elitización de los dirigentes de izquierda donde algunos miran por encima del hombro a los trabajadores de los países europeos. Sobre esos cuatro elementos hay un caldo de cultivo en torno a una ofensiva reaccionaria en valores y con su respuesta en términos de estímulo político electoral.

Los discursos de Alvise parecen funcionar entre la juventud

Refuto el hecho de que Alvise tenga su base solamente en jóvenes. Es verdad que su discurso gamberro causa impacto a través de las redes sociales en jóvenes que son impresionantes, como llamarlo así, pero también hay otros jóvenes que lo combaten y que asiste desolada al auge de esa moda entre sus colegas.

Entre las activaciones que la unidad está trabajando, propone la rebajar la edad de voto a los 16 años

Uno de los grandes debates que tenemos en en la legislatura desde el Ministerio de Infancia y Juventud es abordar un debate que no puede esperar más. No tiene sentido que haya una responsabilidad penal o puedas trabajar con 16 años, pero no puedas decidir sobre las leyes laborales que te afectan. 

¿Y cómo se combate?

Nuestros trabajadores necesitan seguridad en su vida. Acceder a una vivienda digna, que se les haga una prueba médica cuando les toque, mejores salarios. Desde la izquierda tenemos que disputar ese espacio de seguridad ciudadana. Por eso hacemos una interpelación a la ciudadanía para dejar de estar a la defensiva escandalizándonos por lo que diga la derecha, o un auténtico golfo como Alvise, y pasar a la ofensiva hacia un proyecto de país que induzca a la esperanza frente al miedo.

¿Qué respuesta deben dar España y la UE a Israel tras una escalada en la que ha atacado la misión de paz de la ONU en Líbano?

Israel es un Estado terrorista con un primer ministro que tiene que ser detenido y juzgado en la Corte Penal Internacional por genocida. Y me preocupa el viraje histórico que ha dado la derecha política en nuestro país. Porque observo a unas élites que se han adherido al discurso de Israel de manera sistemática en términos de medios de comunicación, de élites financieras, económicas y políticas mientras el pueblo asiste absolutamente impactado, vamos a llamarlo, el movimiento de la bestia. Ya son más de 42.000 los asesinados de los cuales más de 15.000 son niños y niñas. Estamos hablando de daños irreversibles en Líbano y una extensión a un conflicto regional que puede fracasar en una guerra mundial. Ya no es suficiente la llamada al diálogo ni la falsa equidistancia. La OTAN quiere reavivar una nueva guerra fría como única forma de establecer un nuevo muro, en este caso imaginario, entre Estados Unidos y el hegemonismo de la OTAN, frente a quienes, como los Brics, promueven la multilateralidad. Hay que tomar partido. La historia con mayúscula juzgará dónde hemos estado cada uno.

¿Está teniendo éxito en el discurso de Europa occidental?

Cierto, pero hace aguas en el resto del mundo. Y no olvide que el mundo occidental es una minoría desde el punto de vista. Si el bloque terráqueo fuera una ciudad Europa occidental, Estados Unidos sería el barrio Salamanca, la zona clasista, la racista, eh, defensor de la vida humana solamente cuando es la nuestra y despreciativo de las del resto.