LA CONJURA CONTRA EL MUNDO

Charles Lindbergh habla en el America First Committee, en 1941, en el Madison Square Garden de Nueva York, contra la intervención de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial  (Getty) Héctor Abad Faciolince en la vanguardia.com

"Una de las mejores novelas políticas que he leído en mi vida es también una novela histórica sobre hechos jamás acaecidos, pero que al leerlos uno se percata de que pudieron haber sucedido tal como se cuentan. Se trata de la gran construcción distópica conseguida por Philip Roth en 'La conjura contra América' ('The Plot Against America', 2004). Aunque las distopías suelen suceder en el futuro, la distopía de Roth sucede en el pasado y, más concretamente, en las elecciones estadounidenses de 1940. En estas, el aviador y héroe nacional Charles Lindbergh, candidato republicano del famoso “America First Committee”, derrota al candidato demócrata Franklin D. Roosevelt, y empieza a implementar una política de feroz persecución a los judíos. 

En realidad, el tema de fondo de la novela es la indagación en la parte más oscura y diabólica del alma americana. En la potencia del norte conviven (siempre han convivido y hoy más que nunca) inclinaciones autoritarias, aislacionistas, francamente favorables al apartheid racial, al fascismo y al antisemitismo, enfrentadas a eso que Steven Pinker llama (usando palabras de Lincoln) 'The Better Angels of Our Nature'  ('Los ángeles que llevamos dentro'). Estos ángeles son los de sus pasiones más nobles: la defensa de la democracia, de la educación para todos y el conocimiento científico, de la lucha contra el racismo, la esclavitud y contra esos “hombres fuertes” y todopoderosos que son la negación del diálogo, de la diversidad de orígenes y culturas, y de la tolerancia por las ideas distintas.

Lo que tiene de prodigioso hoy esta novela histórica contrafactual es que ya no nos habla de un pasado posible, sino de un presente y un futuro aterrador que en este mismo momento toma forma ante nuestros ojos: el posible regreso al poder de un Donald Trump II, más resentido y autoritario que nunca después de su derrota ante Biden (según él fraudulenta) en las pasadas elecciones y que hoy se presenta con las mismas banderas que defendían los líderes ultraderechistas del muy real “America First Committee”. Entre ellos estaban, precisamente, el aviador pro nazi y antisemita Lindbergh, el empresario Henry Ford, con las mismas credenciales, el general aislacionista R. Wood, y el gurú de las comunicaciones W. Regnery (el E. Musk de entonces), entre muchos otros.

No es casual que el segundo eslogan que más emplea el movimiento MAGA de Trump, que invoca el regreso a una supuesta pureza blanca del pasado americano, sea el mismo del viejo movimiento fascista de Lindbergh: “America First”. Tampoco es casual que lo sostenido hoy por JD Vance (posible vicepresidente de Trump) con respecto a Putin, “es inútil que Ucrania, Europa y Estados Unidos se opongan a Rusia pues Putin es invencible”, sea exactamente lo mismo que el aviador Lindbergh decía sobre Hitler: “Es inútil que Francia, Polonia, Gran Bretaña y Estados Unidos se opongan a Alemania pues Hitler es invencible”.

Al aislacionismo de Trump (enemigo jurado de la OTAN y de la Unión Europea) le gusta usar el grato disfraz del pacifismo. Él, supuestamente, va a acabar en pocos días la guerra de Ucrania, la de Gaza, la de Corea del Norte con Corea del Sur (y ahora también con Ucrania), la de Irán en Sudán, etc. La receta es muy simple: Estados Unidos no se involucra, y que gane el más fuerte. También el America First Commitee se presentaba como un abanderado de la paz: Lindbergh (condecorado por Goering con la Espada y la Cruz del Águila Germana) hizo todo lo posible para que Roosevelt no entrara en la guerra contra Alemania, pero disimulaba su simpatía por el Tercer Reich con la hermosa retórica de la defensa de vidas americanas, que no debían exponerse ni entrometerse en los enredos de Europa.

El triunfo de Trump representaría no solo una conjura contra la democracia estadounidense sino contra la libertad en el mundo entero"

A veces las novelas, la ficción, son la forma más precisa para entender la realidad. El triunfo de Trump ahora representaría no solo una conjura contra la democracia estadounidense, sino una conjura contra la libertad en el mundo entero. Se dirá que Trump no puede ser antisemita, pues apoya a Netanyahu y tiene oradores judíos en sus mítines. Para empezar, Netanyahu y los judíos no son la misma cosa. Y también en la novela de Roth el antisemita Lindbergh era apoyado por un rabino: Lionel Bengelsdorf. Para Trump los judíos que no voten por él son imbéciles, los puertorriqueños, basura, Barack Obama y Kamala Harris, desde sus mismos nombres, no son americanos verdaderos, y si él pierde las elecciones esto ocurrirá solamente si los demócratas hacen fraude. En fin, gane o pierda Trump, no tenemos por delante días fáciles".  

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