Los evangélicos son la principal comunidad religiosa de EE.UU. La cuarta parte de los adultos del país profesan el protestantismo evangélico y Donald Trump los ha cuidado especialmente en campaña, cosa que no hizo cuando se presentó por primera vez. La cuestión es cómo un colectivo religioso, solidario y de orden puede haberse inclinado por votar a Trump, que es un mentiroso compulsivo, un machista redomado y un amoral sin escrúpulos. Se lo pregunto a un amigo, que es sociólogo y evangélico, y me responde: “También eso está en la Biblia: Dios no escoge a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores” (Mateo 9).
Lo bueno de las religiones es que, si uno tiene fe, puede ser capaz de aceptar las desgracias y de entender la vida como una prueba. También me explica el politólogo que recibir el perdón del Cristo constituye un nuevo nacimiento. No me convence su razonamiento, aunque entiendo su significado. Pero Trump no va a ser más previsible, sensato y generoso por mucho que recen por él los protestantes evangélicos, Dios le perdone los pecados y tenga una Biblia (sin abrir) en la mesita de noche. Entre otras cosas, porque esto no forma parte de su irracional hoja de ruta. Además, hace ocho años no tenía las riendas del Partido Republicano, disponía de asesores que le ataban en corto y contaba con políticos profesionales en el gobierno que limitaban el impacto de sus ocurrencias. Pero eso ha cambiado: nadie le hace sombra entre los republicanos, no tiene expertos en comunicación sino miembros de su club de fans y prefiere rodearse de otros locos sin tratar como Elon Musk o Robert Kennedy.
Los evangélicos le han apoyado porque “Dios no escoge a los justos, sino a los pecadores” (Mateo 9)
El increíble hombre naranja ha ganado llamando en sus últimos mítines “puta” a la demócrata Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes, o invitando a sus seguidores a disparar contra la congresista Liz Cheney porque dijo que votaría a Harris. Y claro, una cosa es que Dios no escoja a los justos, pero otra es que tenga un sesgo tan evidente por los injustos. También figura en Mateo 5: “Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen”. Algún evangélico debería ponerle un punto de libro en esta página de la Biblia a su pecador preferido. Màrius Carol
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