YO SOY LOS MEDIOS


En 2006, la revista Time lo eligió a usted como persona del año. En su portada mostraba un ordenador personal con YouTube en la pantalla y un “Tú” enorme en medio. Debajo, un texto que decía: “Sí, tú. Tú controlas la era de la información, bienvenido a tu mundo.” Esta decisión reconocía a los millones de personas que, mediante plataformas como YouTube, MySpace, Facebook y Wikipedia, estábamos transformando la web. De una web estática donde el contenido era generado por unos cuantos a una web dinámica donde el contenido era generado por todos; de una web que conectaba documentos a una web que conectaba a personas; de la Web a la Web 2.0.

Ese mismo año nacía una red social que se llamaría Twitter donde, dieciocho años después, Elon Musk publicaría: “Vosotros sois los medios ahora”. Se había cumplido la profecía. ¿Sí?. El concepto Web 2.0 lo intuyó el editor Tim O’Reilly hacia el 2004. O’Reilly es una rara avis en el panorama tecnológico. Irlandés de Cork, informático y graduado en literatura clásica, fundó en 1993 el primer portal de internet y el primer sitio web de venta de libros online. Actualmente es el presidente de O’Reilly Media y es un defensor del software libre. Digo que intuyó el concepto de Web 2.0 porque no podemos hablar de un cambio repentino sino más bien de una tendencia. O’Reilly se dio cuenta de que las webs con mayor proyección tenían unas características en común: eran fáciles de utilizar, fomentaban la participación, permitían compartir contenido y permitían que éste fuera republicable en webs de terceros.

Volvamos a la portada de Time. YouTube era el ejemplo paradigmático de esa intuición de O’Reilly. Abierta al público por Sant Jordi del 2005, YouTube salía a competir en un mercado en el que ya había gigantes como Google con su Google Video. YouTube hizo algo tan contraintuitivo como definitivo: permitir que los vídeos que los usuarios subían se pudieran incrustar en webs de terceros y verlos sin necesidad de tener que ir a YouTube. De repente el blog más amateur podía tener vídeos de igual calidad que 3Cat, la BBC o la CNN. A diferencia del resto de webs de vídeo bajo petición, YouTube era un servicio de vídeo Web 2.0. En junio del 2006 superaba a Google Video y en octubre Google compraba YouTube por 1.650 millones en lo que ha sido su adquisición más rentable.

En 2006 se hablaba de Web 2.0, pero ahora la tendencia es un oligopolio que busca erradicar los medios convencionales

Aquel 2006, en marzo, había nacido Twitter (inicialmente Twittr, omitiendo la vocal e), una red social extraña que incluso a los más entusiastas nos costaba entender y aún más contar. Con este espíritu Web 2.0 –facilidad, participación e interoperabilidad– Twittr nos preguntaba “¿Qué estás haciendo?”. Nos invitaba a compartir nuestros momentos para que los amigos supieran de nosotros sin estar pendientes. Y también funcionaba a la inversa; el título de la línea de tiempo era “Qué hacen tus amigos”. Jack Dorsey, uno de sus creadores, la comparaba con la radio de los taxistas, que les permite saber qué hacen y dónde están sus colegas sin estar permanentemente en contacto con ellos. El concepto de propiocepción –la percepción de la posición del propio cuerpo en el espacio– aplicado a nuestros contactos, a nuestro cuerpo extendido.

Sonaba bien, era divertido y además era gratis. Eran tiempos de preguntas planianas, de “todo esto de YouTube, ¿quién lo paga?” (cambie YouTube por Twittr, Google, Facebook o Flickr). De hecho, no importaba; ninguna de estas empresas ganaba dinero, simplemente quemaban el de los inversores. La única medida de éxito era la tasa de usuarios nuevos mensuales, unos usuarios que todavía no sabíamos que terminaríamos pagando nosotros. Y caro.

Hoy Twitter ya no existe, y su mutación X pregunta a la caja de texto “Qué pasa” y su eslogan es “X. Es lo que está pasando”. El cambio no es solo funcional, sino que es filosófico: ya no nos pide que compartamos lo que estamos haciendo en el mundo —tomando un café, viendo un vídeo, leyendo una noticia, escribiendo un artículo de opinión— sino que nos pide que compartamos lo que ocurre. De ahí el tuit de Musk de que ahora nosotros somos los medios, de ahí y de su manía de enterrar a los medios tradicionales, los legacy media. Y no está solo en la empresa.

Esta semana Meta ha sorprendido con una serie de medidas para favorecer la “libertad de expresión” en sus plataformas Facebook e Instagram. La medida estrella consiste básicamente en cancelar la verificación de hechos. Zuckerberg las enumera en un vídeo surrealista que ha colgado en su Instagram. Dice que, hasta ahora, para proteger a los usuarios, han “censurado” demasiado, que los medios convencionales –otra vez los legacy media – los demonizaron en el 2016 (ya no debe recordar el escándalo de Cambridge Analytica) y que a partir de ahora apoyarán al presidente Trump en su lucha contra aquellos que quieren censurar empresas estadounidenses. Como afirma que en Europa se ha institucionalizado la censura, un simple silogismo lleva a que Zuckerbeg irá contra Europa. Y no hará prisioneros.

Lo sabemos porque de un tiempo a esta parte existe una nueva manera de predecir los próximos pasos de Meta: la exégesis de las camisetas de Mark Zuckerberg. De aquel peinado romano, camiseta negra y sudadera gris ha pasado al cabello rizado, las gafas de sol y las camisetas diseñadas por él mismo que utiliza para enviar mensajes al mundo. Si en octubre aparecía en un acto público con una camiseta que decía en alfabeto griego“pathei mathos” (se aprende sufriendo) en diciembre lo hacía con una que llevaba el texto “aut Zuck, aut nihil”, una adaptación del latín “aut Caesar, aut nihil”, o sea, “o César o nada”.

No lo sé, pero ese “o yo o nada” parece toda una declaración de intenciones, que pasa necesariamente por recuperar su legítimo cargo de broligarca disruptor jefe, ahora en manos del usurpador Musk. Y que no hará prisioneros lo sabemos por otra camiseta: la de su 40.º aniversario que decía “Carthago delenda est”. Musk ha hecho bueno a Zuckerberg y ahora le toca el turno a Zuckerberg. Próxima camiseta: “yo soy los medios ahora”. Josep Maria Ganyet

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Comentarios

  1. Las dictaduras de la concentración monopolística mediática de esta fase del ultracapitalismo cada día más salvaje.

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