Será tu mejor amigo. Tu mejor asistente. Te organizará las citas, te reservará mesa en los restaurantes, enviará tus mensajes a la canguro, te pedirá un Uber sin que tengas que entrar en la app, o encontrará el regalo adecuado para cada persona (a veces es muy complicado) y hasta lo encargará, lo pagará y lo enviará. Convenientemente envuelto. Y acertarás. Es la nueva Alexa y su nuevo nombre es como el de tantas cosas que mejoran sus prestaciones: Alexa+.
La presentó en sociedad el miércoles en Nueva York el jefe de nuevos dispositivos y servicios de Amazon, Panos Panay, quien la definió como “más inteligente, conversacional y personal”. También es más lista y divertida. Conectada a un televisor (igual de inteligente) Alexa+ puede reproducir música, pero también busca la escena concreta de una película en la que suene aquella misma canción, y la ves en la pantalla.
Alexa+ estará disponible en Estados Unidos en las próximas semanas por 19’99 dólares al mes, pero será gratis para los socios de Amazon Prime; seguro que poco después llegará a Europa, y libre de aranceles. Debe ser casualidad que esta presentación se hiciera apenas una semana después de que un estudio de la Universidad de Michigan alertara de los riesgos que para la privacidad y para la seguridad individual tienen dispositivos como Alexa y otros sistemas de IA como Google Assistant o Siri, de Apple.
Basta con preguntarle a otro tipo de IA como ChatGPT por los riesgos de Alexa y similares para cuestionar su necesidad, con o sin +: la escucha se activa fácilmente por error; se conocen casos en que Amazon grabó sin el consentimiento del usuario; las grabaciones, aún consentidas, pueden contener información personal sensible; es “hackeable”; está vinculada a contactos, calendarios o compras; algunas apps o skills a las que autorizaste (“ACEPTAR”, ¿recuerdas?) pueden recopilar (y usar, o vender) datos sensibles.
Pocos días antes de conocerse aquel informe universitario, fue la mismísima National Security Agency estadounidense la que lanzó dos recomendaciones clave a los usuarios de Alexa. Uno, evitar conversaciones confidenciales a su alrededor. Y dos, acordarte de silenciar el micrófono cuando no la necesites.
La Universidad de Michigan va aún más allá, y desaconseja ubicarla en dormitorios y en baños, por cuestiones de intimidad y de humedad, respectivamente. Y cerca de ventanas. Y de televisores, donde pueda escucharse por azar la palabra Alexa. Y de fuentes de calor, como calentadores, radiadores o estufas, por el riesgo de que se incendien. Y de zonas muy transitadas, donde la confusión de voces pueda activarla involutariamente. Y de zonas de trabajo, ya que podría poner en riesgo, dado todo lo anterior, cualquier información laboral. En un domicilio estandar, quedaría disponible la sala de estar, siempre que no tenga ventanas, no esté muy concurrida y tengas el televisor apagado. Ignacio Orovio en la vanguardia.
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