Explican en la vanguardia que Carlos Alcaraz se hizo tatuar tres C en el antebrazo izquierdo, que se corresponden con las iniciales del lema que su abuelo le dio para triunfar: “Cabeza, corazón y cojones”. La frase pone la testosterona a la misma altura del talento. De hecho, Alcaraz hizo un acto de amor con su pariente más que un acto de fe. En la vida son tanto o más importantes para el éxito la constancia, la audacia, el compromiso o el esfuerzo. El propio tenista murciano en una entrevista reconoció que utilizaba más la cabeza que “lo otro” en su carrera.

De la frase se ha apropiado el entrenador italiano del Madrid, Carlo Ancelotti, que se refirió a ella para motivar a sus jugadores antes del partido contra el Arsenal en el Bernabeu, después de su amplia derrota en Londres. Carletto es un hombre sabio, pero entiendo que, a la vista de que su equipo no pasa por su mejor momento, se agarró al lema del abuelo del tenista, sin duda más trumpista que woke. Pero de poco le valió la arenga a Carletto; cuando el que juega no es un equipo de futbol, sino una agrupación de jugadores, alguno de ellos realmente buenos, y otros que no están en su mejor momento, no hay remontada posible. No basta con la testosterona, el corazón o la cabeza, sin talento no hay remontada, y el Real Madrid esta temporada el talento lo gestiona a cuenta gotas. Y es que, a veces, es mejor escuchar a los poetas que a los abuelos. Como Mario Benedetti, que escribió: “No te rindas, la vida es eso: continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo”. No dijo nada de la testosterona. Fin de la cita.