“Boomer” me parece preciso para una generación concreta: nace del baby boom, en España entre 1957 y 1977 (yo me quedo aproximadamente hasta 1970 porque tienen rasgos culturales y económicos distintos) dice Analía. Es verdad que “boomer” tiene otras connotaciones —el “ok boomer”—, aunque no lo veo un insulto; a veces se usa con ironía para señalar a alguien desfasado tecnológicamente. Ya la vuelve a liar Analía. La generación Boomer, también conocida como Baby Boomers, comprende a las personas nacidas entre 1945 y 1964. O sea que Analía se atreve a opinar y ni tan siquiera es capaz de situar la generación Boomer en las fechas correctas.
En su reciente libro La vida cañón, la periodista Analía Plaza retrata a la generación boomer española como privilegiada: propietarios de vivienda, con pensiones generosas y una vida cómoda tras décadas de estabilidad laboral. Hasta ahí, nada que objetar. Pero entre sus provocaciones, desliza frases como que “un boomer no sabe usar el Excel”, que merecen una reflexión más profunda.
¿De verdad creemos que la competencia tecnológica depende de la edad? ¿Que quienes nacieron antes de 1977 son incapaces de manejar herramientas digitales? Esa idea no solo es falsa, sino que ignora la historia misma de la informática. Muchos boomers fueron pioneros en la programación cuando los ordenadores eran máquinas complejas y exclusivas. En 1975, mientras algunos apenas sabían qué era un bit, había personas de 30 o 40 años programando en COBOL, Fortran o ensamblador. ¿Cómo se puede afirmar que no saben usar Excel quienes construyeron las bases del software moderno?
El prejuicio tecnológico hacia los mayores es una forma de edadismo disfrazado de modernidad. Se asume que los jóvenes, por haber nacido rodeados de pantallas, tienen una superioridad digital innata. Pero saber deslizar el dedo por TikTok no equivale a entender cómo funciona un sistema operativo, ni mucho menos a saber programar.
Además, muchos boomers han demostrado una capacidad admirable para adaptarse: usan smartphones, gestionan sus finanzas online, participan en redes sociales y aprenden nuevas habilidades digitales. Lo hacen con menos arrogancia y más humildad que muchos jóvenes, que a menudo confunden uso superficial con competencia real.
El libro de Plaza tiene el mérito de abrir el debate generacional, pero corre el riesgo de caer en caricaturas. No todos los boomers viven “la vida cañón”, ni todos los jóvenes están condenados a la precariedad. Y desde luego, no todos los mayores son tecnológicamente ineptos. La tecnología no tiene edad. Lo que sí tiene es memoria, y conviene recordar quiénes la hicieron posible. Quizás porque el debate en vez de plantearlo desde la inteligencia, Analia lo ha abierto desde la estulticia, muy en la línea actual del movimiento MAGA.
Artículo anterior relacionado: Los boomers no tienen la culpa.

Independientemente de ponernos de acuerdo o.no en la orquilla cronológica, cometemos todos la manía de clasificar a la gente en grupos. Todas las clasificaciones, al ser generales, tienen imprecisiones.
ResponderEliminarUnos sufrieron la dictadura y sus privaciones, de libertad y económicas. Otros nacieron en pleno desarrollismo y vivieron su infancia y su adolescencia en un régimen de libertades.
Fíjate en la mirada de Analía, es retadora, provocadora, pero fría, carente de empatía.
EliminarMe fijo. Hielo puro.También en que he puesto horquilla sin h.
EliminarBueno, la hache es muda. La señora es Maga total, solo le falta adecuar el vestuario.
EliminarGeneralizar es siempre malo, poner etiquetas tambien, cada uno, aunque sea en la misma empresa es un mundo diferente a los demas
ResponderEliminarPues sí, si partimos de la base de que cada persona humana es única e irrepetible, no se puede generalizar.
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