Mientras una parte de España apagaba los incendios y los políticos se tiraban los trastos a la cabeza, en las redes sociales emergió hace unos días un debate de fondo: la deuda que cargarán los jóvenes heredada de las generaciones anteriores. La polémica no es nueva, pero sí cobra especial relevancia en este momento en el que el mundo se desliza por una peligrosa pendiente y hay quien anda desorientado. O en la indefinición, que dirían los sociólogos.

Todo surgió tras unas declaraciones del todavía primer ministro francés, François Bayrou, en una entrevista en las que aseguró que “son ellos [los jóvenes] los que son las víctimas, son ellos quienes tendrán que pagar la deuda toda su vida”. “Y hemos logrado hacerles creer que había que aumentarla aún más. ¿No lo encuentran genial? Todo eso por el confort de algunos partidos políticos y por el confort de los ‘boomers’, que consideran que, después de todo, todo va muy bien”, añadió. Boom. En algunos sectores conservadores en X se celebró la sinceridad de Bayrou, que venía a concluir que los jubilados les quitan los derechos a los jóvenes. Craso error.

No le falta razón a Bayrou al afirmar que los jóvenes franceses, al igual que los españoles, alemanes (el canciller Mertz acaba de anunciar que recupera la mili) o italianos, tendrán que hacerse cargo de una elevada deuda que se va acumulando por intentar garantizar el progreso de sus padres y abuelos.

A cierre del primer trimestre de este año, la deuda pública española alcanzó un récord de 1,66 billones, según los datos oficiales del Banco de España. Medido con relación al PIB, equivale al 103,5% del PIB. Los economistas miden esta variable. Es de destacar que la ratio de deuda española se ha reducido en más de veinte puntos desde el máximo de la pandemia. Había que gastar y se hizo. Hoy hay que reducir esa ratio y se está haciendo. Aunque queda camino por recorrer y la Autoridad Fiscal (Airef) viene advirtiendo que hay que seguirse apretando el cinturón. Si echamos la vista más allá de los Pirineos, a cierre de 2024 la deuda pública de Italia alcanzaba el 135,3% del PIB; la de Francia, el 113%, y la de Alemania, el 62,5%.

Los jóvenes opinan que su futuro es complicado y también tienen razón en que la radiografía actual no es muy halagüeña. Según el Observatorio de la Juventud, apenas el 15% de las personas de 16 a 29 años vive fuera de casa de sus padres. De los emancipados, el 58% vive de alquiler y dedica el 92% del sueldo a pagar la renta. Uno de cada cinco jóvenes se encuentra en este momento en España en riesgo de pobreza. Los datos no engañan y los problemas principales son dos: viviendas y salarios bajos.

Esta realidad coincide con el hecho de que algunos jóvenes comiencen a abrazar propuestas antisistema. Recientemente, el Instituto de Estudios Fiscales, el ‘think tank’ del Ministerio de Hacienda, publicaba un informe con una preocupante conclusión: uno de cada tres jóvenes cree que se viviría mejor sin impuestos. En las redes sociales existe una corriente que destaca y promociona este pesimismo juvenil, en contraposición con la situación de sus padres y abuelos, y los intenta atraer. Se busca describir una carretera que cada vez se empina más y tiene más curvas. En este momento, el partido que más simpatía suscita entre los jóvenes es Vox, que incluso sería la primera fuerza política hasta los 45 años. Hay que prestar atención a la situación demoscópica que ha dejado el mes de agosto.

Pero ¿alguien piensa que nuestras generaciones pasadas lo tuvieron fácil? Un reciente comentario en X lo resume así: “Sin becas, sin psicólogos, sin terapeutas, sin internet, sin un buen abrigo, y a veces sin desayunar... así se crio la generación que le dio casa, abrigo, educación, celular y auto a la generación que hoy se queja por falta de oportunidades, justicia social y desigualdad”.


Los jóvenes gozan de una situación que antes no existía; eso es gracias a sus antecesores, con quienes están en deuda


La España de 2025 no es peor que la España del siglo pasado, aunque sí sería oportuno abrir un debate sobre qué tipo de sociedad van a heredar las nuevas generaciones. Hace unos años, por ejemplo, varios economistas plantearon si era oportuno mejorar las pensiones con el IPC a todos los jubilados. Hay quien propuso un impuesto extraordinario a las pensiones más altas para que una generación no se quedara atrás. No hay partido político en España capaz de poner este asunto sobre la mesa, pero estos debates son los que deberían librarse en las sociedades modernas.

Evitar un conflicto intergeneracional es clave en estos momentos de incertidumbre mundial y es injusto no mencionar que los jóvenes, en el caso de España, gozan de una situación que hace años no existía. Eso también es gracias a sus antecesores, con quienes están en deuda. Heredarán su deuda, pero también les deben mucho. Lo que quizá sí haga falta sea una clase política que no sea cortoplacista, que no solo mire a cuatro años vista y que empiece a pensar en cómo será el país en dos o tres décadas. Hay quien lo llama altura de miras.- Fernando H. Valls